25 de enero de 2006

Razón de amar

Seguir soñando... Sí, recordar cómo era cuando tan sólo te imaginaba y darme cuenta de que aún tocándote, aferrándome a tu espalda y suspirando en tu nuca, mi amor, puedo seguir idealizándote. Porque idealizarte es la única forma que me dejas de entenderte, de entender esto que me pasa. Tal es la hondura de tu hombre, tanto me intimida tu animal en el que reconozco todos los rasgos del mío.

Pienso, pienso... Trato de hallar motivos aunque ya intuya que de nada me vale la razón. ¿La razón de qué? ¿Del vértigo de un beso tuyo? ¿De la aniquilación de mi consciencia cuando tomas mi cintura en tus manos? ¿Del calor de tu cuerpo bajo las sábanas mientras intuimos el frío tras el cristal? No... es como intentar explicar por qué una mariposa se detiene a agitar sus alas sobre una flor y no otra o, también, por qué en este instante decido regalarte un te quiero.

Sólo me queda, entonces, seguir soñando...

No hay comentarios: