Sé que el deseo
habita miradas,
ojos que gritan sueños
y me desnudan
como yo desnudo tu cuerpo,
querido desconocido
del metro o la oficina;
tú podrías ser mi amado
siquiera una noche,
tal vez una vida.
Detente,
sonríe,
cambia el destino
que nos separa
cuando sigues tu camino
y yo el mío,
aférrate al azar
que nos ha unido,
porque mañana el día
nos dormirá en su rutina
y al despertar tendré frío,
y tú no vendrás
a besar mi espalda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario