31 de enero de 2013

Yo quiero más dramas en mi vida

¿Que más da
si todo es mentira?
¿Que más da
deja que me ría?
¿Que más da
si al final el día…?
¿Que más da?
Va a acabar igual.
Fangoria, conscientes de la aplastante mayoría gay entre su público, han lanzado el single más perfectamente diseñado para ser coreado en la pista de baile como declaración marica universal.

La letra sintetiza en su simplismo los dramas efímeros, superficiales, sucedidos sin descanso a lo largo de la agotadora vida emocional de sus fans a los que Alaska les recuerda que "el futuro sigue en blanco, que nada está escrito, que todo es posible". Para mí, el problema reside en que justamente himnos como este perpetúan ese patrón de conductas que convierten la vivencia de la homosexualidad para muchos en un via crucis dramático en el fondo aunque se decore de color, actitud frívola y canciones así de supuestamente asertivas que camuflan de mala manera el vacío.

Weekend (Andrew Haigh, 2011)

Tengo 38 años, llegué a Madrid hace más de 11 dispuesto a ser gay de una vez por todas tras haber asumido bastante tarde mi condición. En los 80 y primeros 90, el activismo de un puñado creciente de 'locas' y los ejemplos puede que torpes, pero necesarios de personas como un carnicero de mi barrio, orgulloso de ser maricón y que jamás lo ocultó, hizo posible que muchos chicos pudiéramos empezar a vivir nuestro amor, nuestro sexo, sin más miedos. Los dramas de aquellas personas no tenían nada de comedias entretenidas, y bajo aquella imagen de frivolidad y pluma a mansalva latía una verdad trágica, amores frustrados, juventudes perdidas. Mi generación fue de las primeras en poder experimentar mal que bien nuestra largamente ansiada normalidad.

Sin embargo, por algún motivo que me cuesta entender, hay un sector gay que se ha empeñado en prolongar lo que ahora son clichés rancios: 'alegría' forzada, levedad de las relaciones, reflexión nula sobre la propia identidad. Son los maricas-hipérbole, producto de desecho de largos años de reivindicaciones que desconocen todo el esfuerzo y sufrimiento de los maricas históricos a los que debemos nuestra libertad, nuestra felicidad por transitoria que sea, poder tener una familia si nos da la real gana. Son ellos a los que Fangoria se dirige, de quienes aspira a ser sus mitos, aquellos que cantarán una y otra vez "Dramas y Comedias" interiorizando ese pensamiento de usar y tirar que niega cualquier atisbo de autenticidad. Y es cierto que en el mundo 'hetero' existe el equivalente de este rebaño no pensante, y si no hablo de él no es por ninguna homofobia no asumida, sino por todo lo contrario: esos borregos no me duelen, no los siento como míos.

Yo quiero más dramas en mi vida, me entretienen y me alimentan. Soy marica, pero no soy estúpido. Ojalá Fangoria escriban una canción para mí.