28 de diciembre de 2009

H de hombre

No, no era el vértigo de dejarte, tu sabor por toda mi piel, no... Hoy, todas estas horas hasta el momento en que escribo (en esta noche casi cálida de invierno, en esta melancolía de tus besos), he pensado en ti. Y la razón lo contraindica, y ciertas evidencias que ni tú ni yo ocultamos, y mi propio y múltiple deseo previo a nuestro encuentro. Pero qué importa ya todo eso, si hoy lo has llenado todo. Dime qué importa ya si hoy nos hemos repetido que sí, que queremos vernos otra vez, sin que suene a exigencia, sin que despierte temor, simplemente porque es la verdad y eso basta.

Eres el resumen de un año, Hache. No, eso aún no te lo he dicho, pero si algo tenía que pasarme estos días eras tú, al filo de un amanecer improbable, sin más preámbulo que tu sonrisa, el destello en la oscuridad de tus ojos, tu boca avanzando en el espacio menguante entre nuestros cuerpos. Eres la parte que contiene al todo: eres la fascinación que aún me estremece, eres la risa que aún echo de menos, eres la mirada que volverá a arrasarme. Eres, por si no lo sabías, el sexo que he practicado estos meses sin apenas encontrar este valor añadido, lo que en el fondo buscaba, lo que siempre he perseguido y que, cuando lo he logrado, ha dado lugar a vínculos inolvidables (qué intensos esos vínculos, Hache, otro día, cuando nos encontremos de nuevo, te lo cuento...). Eres un año mareante, un año de cambio necesario en mi vida, un año de vida en definitiva tal y como debe vivirse: a tumba abierta. Lo único, Hache, es que hay veces que podría haberlo hecho mucho mejor: arrebatos torpes, decisiones torpes, palabras torpes... He causado dolor y no puedo justificarlo con el dolor que yo también sentía, y lo peor es cuando tampoco vale con una disculpa, ni con mil disculpas. No, no siempre vale con lo máximo que uno puede ofrecer cuando el mal ya está hecho.

No pido nada al 2010. Sé que lo que venga dependerá tanto de mí que no le pido nada. Tampoco lo espero: si lo quiero, iré a por ello. Sé que de ahora en adelante no se detendrá mi latido. Sé que el tiempo no corre a favor de nadie y por eso lucharé como una fiera por mi deseo. Sé que volveré a arrepentirme alguna vez que otra, aunque ahora que soy más alumno que nunca trataré de aplicar todo lo aprendido este año.

Gracias, Hache, por protagonizar esta última pieza del puzzle. De alguna forma, has metabolizado mi maraña de sentimientos en algo hermoso, natural, profundamente humano. Y gracias, sobre todo, a quienes habéis estado allí en la presencia o en la distancia, porque yo también os quiero mucho y porque, sin vosotros, sería menos consciente de que estoy vivo, de que permanezco vivo.

Es la piel

Desde el primer contacto, ese golpe de labios contra labios, una mano en un hombro, una cadera, un pulgar que prolonga el dibujo de una ceja. Y no pretendemos que eso es amor, ni tú ni yo fingimos nada. Es la piel, es inexplicable, es perfecto.

Hoy, casi corriendo a tu casa, el miedo a que no pudiéramos retomar el deseo donde hace unas horas lo dejamos, en la puerta de un taxi que se cierra, pero me abres otra puerta, la tuya, y, como esta madrugada, tan sólo me besas (no te presentaste, tu saludo fue tu sonrisa, tu mirada de niño, tu boca aproximándose a mi boca), me tocas, te toco, nos reímos, torpes en el sofá, más diestros en la cama, y no pretendemos que va a durar, no fingimos lo que no hay, es la piel que nos gana, que nos recobra al afecto naciente, nos mecemos en la tarde de un domingo que pareciera hecho para nosotros, y todo lo haces bien, y me siento guapo y hábil y divertido, y me fascino de ti (tu estómago, tu cuello, la línea de la ceja que vuelvo a prolongar con mi pulgar), y no hay prisa ni intermedio al triunfo de la piel, y ya apenas pretendemos que no hay nada más, no fingimos neutralidad porque sería absurdo, y me confundo, y me encanta estar confundido así, en el barrio donde nací, con un chico que dice estar a gusto en Zaragoza, Hache te llaman, y pasan dos horas desde la primera vez que digo me voy, y no me voy, tú no me dejas y yo no quiero, ¿cuántos besos hoy, Hache?, ¿cuántos...?, y me das tu email, me lo haces recordar luego, hasta tus apellidos recuerdo, los dos, y no sueño más allá porque soñar más allá es absurdo, lo único que quiero es lo que tú me haces casi prometer: vernos otra vez, cuando sea, saber que volveremos a vernos y nada más, ya sea en la capital o la próxima vez que yo regrese, aunque ya sabes Hache que yo vengo poco a mi ciudad natal, casi te desaliento con mi certeza, pero es cierto, guapo, no me gusta esta ciudad aunque tú la habites, aunque me confunda sentirme tan dichoso contigo mientras el tiempo avanza hasta la despedida, y es la piel, Hache, es la piel, apenas te dejo de verdad y bajo como puedo las escaleras ya deseo volver a tocarte, mezclar nuestros cuerpos y sucumbir al poder del tacto.

El avasallador poder del tacto.

26 de diciembre de 2009

Cosas pasando todo el tiempo

Cosas pasando todo el tiempo, burbujas que nacen, crecen, y estallan. ¿Podré con tanta melancolía, tanto deseo inagotado, tanto recuerdo volviendo al presente (volviendo a ser presente, negándose a ser recuerdo)? Maldita debilidad de encerrar la burbuja en mis manos y mirarla y adorarla. Porque soy débil para estas cosas, porque no encuentro otra forma de vivir que en la intensidad de un sms, una mano que se detiene en mi costado, unas palabras cálidas. Que nadie se asombre por mi resonancia, no debiera si en verdad me conoció y me quiso, o me conoce y me quiere, o simplemente su corazón late con más fuerza cuando piensa en mí, o cuando estoy a su lado y nos miramos y algo indescifrable ocurre. A mí me ocurre también, todo el tiempo, burbujas que me nacen en el pecho, crecen (arrebato, delicadeza, están hechas de mi piel), y estallan en éxtasis glorioso y punzante.

21 de diciembre de 2009

Las buenas cosas mueren bajo el sol

Sin lograr encontrar nada de nada,
ni una explicación ni un porqué
al que poderme aferrar.


20 de diciembre de 2009

Nana

Cuando era pequeño, mis padres me cantaban nanas. Hoy necesito una.

19 de diciembre de 2009

19 de diciembre

Demasiado ruido aún, demasiada incomprensión. Y en cualquier caso, la conciencia absoluta de los imperativos que abrieron el océano entre los dos, de su vigencia en el presente y lo que deja atisbarse del futuro. Tu vida, mi vida, ahondando con ímpetu en sendos caminos que echan sus raíces en el territorio elegido por cada uno. Tu carrera profesional, satisfactoria de nuevo. La búsqueda de la mía, al fin, y el estallido vital que ha traído consigo. Tu nuevo amor: muy joven, sensible, sé que me caería bien. Mi nuevo deseo insoslayable (me abandonaría al sueño mientras él conduce en la noche, y sus ojos me seguirían abrasando). Y el proceso del daño, ¿recuerdas? Sobre todo el proceso del daño.

Pronto cumpliré tu edad: treinta y cinco. Soy joven, nunca perderé mi juventud. Ya no. Tú, lo sé porque te he visto reír como un niño tantas veces, tampoco. La botella, tienes razón, flota en el océano. Y nada impide que siga flotando, así que deja de sentirte "detestado, borrado, olvidado". Los dos hicimos mal las cosas, antes de conocernos y también estando juntos en ciertas ocasiones. Ya nos hemos pedido perdón con razón, con mucha razón. No hay más que decir al respecto, las palabras han dado de sí todo lo que podían. Punto y aparte. Escribamos nuevos párrafos, tu carretera y la mía se pierden en el horizonte y prometen muchas emociones. No es probable que vuelvan a cruzarse, aunque tampoco imposible. ¿Qué debe importarnos hoy, ahora? Nada, créeme.



I have been here many times before, pero sigo aprendiendo. Aprendiendo el mundo, aprendiéndome.

Creo que la juventud era esto.

18 de diciembre de 2009

A Sangre Fría

Tras una noche de insomnio arrebatado, ésta es mi pieza de radio en torno a la novela de Truman Capote para mi asignatura favorita de este cuatrimestre que hoy termina. El esfuerzo final de unas semanas intensas, llenas, que me han cambiado la vida.



Que la disfrutéis.



Por cierto, debo agradacer de todo corazón a David C. Porto y Jose Luis Toral su sensibilidad y cariño sin los cuales esta pieza no sería lo que es. Es extraordinario contar en mi vida con personas como ellos que me quieren tanto (¿verdad que sí, Rubén, Teresa, Rut...?).

16 de diciembre de 2009

Bajo tu influencia

Puedo intuir, puedo sentir
Puedo intuir, puedo sentir, puedo ver
Que algo está cambiando
Para mí el cambio no es un extraño
No corro, no me escondo
No corro, no me escondo, no lucho
Contra lo que dispone el destino


14 de diciembre de 2009

Pido un deseo...

Bailar esta canción contigo. Y ahora, dejen que sople la vela.


13 de diciembre de 2009

Daydreams?

Eros y Tánatos dominando el sueño más largo y agitado que recuerdo. Doce horas más intensas que doce horas del día. Primero, Tánatos hundiéndome en el horror interminable, el llanto brutal, el alarido que me expulsaba a un breve despertar. Pero los dioses me seducían esta noche, y pronto me entregaba de nuevo al sueño para matar a quienes más quiero. La última víctima: mi madre. La muerte de la madre es la pesadilla más espantosa de todo hombre, y sólo entonces decidió Tánatos soltarme de sus garras y dejarme enfermo de dolor, huérfano, solo en el mundo. Y en el abismo apareció Eros, y fue el amor en forma de ternura quien borró el rastro de Tánatos. Pero la sorpresa fue que Eros me tenía reservado a un chico para dar y recibir esa ternura que, en las horas del día, nunca había osado ni siquiera imaginar como sujeto de tal sentimiento. Y sin embargo fue él a quien en mi sueño susurré, abracé, besé con suavidad en el cuello. Fue él cuyo pelo despeiné al abrir los ojos, cuyos labios devoré, cuyo cuerpo se desplomó sobre el mío tras el alarido final, un alarido de placer, extático, de este lado, el de la vigilia, donde el deseo es a menudo aplastado por la razón que nos dice: "No, él no...". Y ahora, turbado aún por el sueño, me preguntó sobre la naturaleza del deseo. Y pienso en su mirada de chico bueno, su boca desmesuradamente sensual, su imaginación sin límite, y me digo: "¿Por qué reprimiste un deseo así, sólo porque es indebido?".



"El amor, que al que es amado obliga a amar, me infundió por éste una pasión tan viva que, como ves, aún no me ha abandonado. El amor nos condujo a una misma muerte. El sitio de Caín espera al que nos quitó la vida.” (...) “Pero dime: en el tiempo de los dulces suspiros, ¿cómo y por qué os permitió el amor que conocieseis los turbios deseos?" (Dante, "La Divina Comedia")

12 de diciembre de 2009

Obstinación

No me detendré. No puedo, no quiero. Me fascinas, tu mirada aniquila el mundo cuando la fijas en mí, todo queda fuera de campo, tus ojos (tus ojos, tus ojos...) son radiactivos, me derrumbo en tus sílabas, percibo cada brillo de tu pensamiento. Qué extenso eres cuando me miras, me miras...

No me detendré, no está en mi naturaleza. Obvio los motivos por los que tendría que devolver las cosas a como estaban antes de aquel día, cuando algo más allá de nuestra voluntad determinó que debíamos acercarnos, empezar a cuidarnos, a querernos. Y ya estamos cerca, y ya me cuidas y no podrías negar que me quieres: te sientes diferenciado por mí, distinguido de la mediocridad del mundo como una silueta se recorta contra el infinito, y absorbes mi pasión apenas controlada con algo más que elegancia. Lo haces con tacto, asombro, calidez. No podrías hacerlo de otra forma.



Sí, sí, sí... Esta es la enfermedad más maravillosa que podía contraer ahora. Los síntomas son inequívocos, el diagnóstico es grave. Sígueme contagiando, te lo pido, resistiré hasta que juntos, un día, comencemos a sucumbir del todo, a placer, sin límite.

Esta enfermedad provoca alucinaciones, por eso fantaseo. No es una disculpa, es una advertencia...

10 de diciembre de 2009

Geometrías Cotidianas

Al fin, hoy he presentado la versión final de este trabajo para asignatura: composiciones con geometrías que me encuentro en mi camino diario a la universidad, fruto de una obsesión visual, de mi mirada habituada a formas perfectas en un mundo que dista mucho de serlo. También, un intento de poetizar lo euclidiano, de capturar la emoción de las formas, de subvertir la rutina de un trayecto de metro, de un tren de cercanías, de un camino desolado donde la geometría ha sustituido a la vida.



8 de diciembre de 2009

El amor se puso en el camino

¿Y si todo ha cambiado?
¿Y si ahora quiero más?

He devorado sitios donde jamás estuve,
me he vuelto salvaje en ellos.
Así que vente y derrúmbame,
lo deseo más que nunca.

No me marcharé.


7 de diciembre de 2009

Las manos



Las manos me están creciendo,
¿quién lo creyera?
(...)
Así es más grande la caricia entonces,
así de un solo golpe me defiendo.



6 de diciembre de 2009

El por qué inagotable

El tiempo te ayudará,
pero no será suficiente
para darte todas las respuestás al por qué inagotable...

5 de diciembre de 2009

En la crecida ondulante, en el sonido resonante...


(...)

Vibrando más claras,
envolviéndome ondulantes,
¿son ondas de brisas deliciosas?
¿son nubes de aromas dulcísimos?
Cómo crecen,
cómo me rodean de murmullos,
¿debo respirarlas,
debe escucharlas?
¿Debo beberlas a sorbos,
sumergirme en ellas?
¿Respirarme en dulces fragancias?
En la crecida ondulante,
en el sonido resonante,
en el universo suspirante
de la respiración del mundo,
anegarse,
abismarse,
inconsciente,
supremo
deleite.

Deja que compartamos las delicias y la majestad de la noche


¡Ah!
¡Soy yo, soy yo,
dulcísimo amigo mío!
¡Arriba, escucha una vez mas
mi llamada!
Isolda te llama,
Isolda ha venido
a morir, fiel, con Tristán.
¿No me respondes?
¡Permanece despierto
una sola hora,
una sola hora!
Ella ha velado, anhelante,
días de inquietud
para velar contigo
una hora todavía.
¿Tristán le roba,
le roba a Isolda,
ésta única,
eternamente corta, última
felicidad del mundo?
¿La herida? ¿Dónde?
¡Déjame curarle!
Deja que compartamos
las delicias y la majestad de la noche;
no te mueras por la herida,
no por la herida;
¡que la luz de la vida se extinga
para nosotros dos unidos!
¡Está vidriosa su mirada!
¡Está quieto su corazón!
¡No hay el menor soplo
de su aliento!
¿Tiene ahora que estar
sollozando en tu presencia
la que valientemente atravesó el mar
para desposarte deliciosamente?
¡Demasiado tarde!
¡Hombre obstinado!
¿Me castigas así
con el más duro de los destierros?
¿Sin ninguna clemencia,
sin pagarme mis sufrimientos?
¿No me es lícito
decirte mis quejas?
¡Una sola vez,
una sola vez todavía!
¡Tristán! ¡Ah!
¡Escucha! ¡Se despierta!
¡Amado mío!



3 de diciembre de 2009

Por qué me corté las manos

Quizá podrías entender
por qué me corté las manos.
Mis manos son tan buenas como las tuyas,
y sé por qué las extendí...



1 de diciembre de 2009

Ases

Cartas en el andén. Las miro, algo me exige agacharme y coger una. Un as de tréboles. Tiento la suerte y voy a por otra. Un as de rombos. Debería parar ahí, pero me arriesgo. Ni más ni menos que un comodín. El tren, milagrosamente, hace su entrada en la estación. Tengo el tiempo justo de sacar mi móvil y capturar la imagen de esos restos de una baraja tirada por el suelo. Quien me haya visto no habrá entendido gran cosa.



Ahora, viendo la foto, me doy cuenta de que el siguiente que haya probado suerte no habrá tenido tanta como yo. Me da por pensar que la suerte es un bien limitado.

Eso me asusta.