23 de abril de 2011

Deslizamiento

Inevitablemente, me dejo llevar a través de los días como si ninguna fuerza tirase de mí. Me pregunto si, efectivamente, existe alguna fuerza externa que me afecte y me provoque una aceleración en el pecho, un pálpito nuevo, unas ganas irrefrenables de gritar mi amor o mi odio. Y no, esas fuerzas llevan tiempo equilibradas, el camino firme que emprendí hace cerca de dos años está próximo a su fin y yo me deslizo todavía como si no intuyera el abismo. Es lo fácil. ¿Por qué entonces la insatisfacción, ser capaz de admitirla y nombrarla? ¿Por qué ahora?

Tal vez la insatisfacción sea mi motor, mi fuerza interna. Tal vez no deba esperar ya nada de fuera, nada. Tal vez nunca haya dependido más de mí mismo y esto que llamo deslizamiento sea la inconsciencia del conductor que vuela por la autopista al control de su vehículo olvidando casi que es él quien sujeta el volante, quien cambia las marchas, quien mira al horizonte como si no intuyera el abismo.

Ni el abismo ni los cadáveres que han quedado en el arcén.

21 de abril de 2011

You're my thrill

Versión definitiva de mi cortometraje, proyecto fin de carrera para la Universidad Carlos III de Madrid.

11 de febrero de 2011

Con el corazón en la boca



Hace casi un año mencioné en este blog la próxima publicación de un libro de poemas. Bien, después de creer que no vería la luz, al fin será una realidad el próximo mes de marzo. La espera ha merecido la pena, pues el poemario a día de hoy es muy distinto. Me ha dado tiempo a cribar, editar y, sobre todo, escribir nuevos poemas que oxigenan el conjunto y me hacen sentirme tan vinculado al libro como hace doce meses, o más.

"Con el corazón en la boca" viene a ser el colofón a casi seis años de actividad ininterrumpida en este blog. De hecho, más de un germen de poema son posts publicados aquí, y quien me haya leído durante este tiempo será capaz de intuir cuáles son los temas que recorren el poemario: el recuerdo o la imposibilidad del amor, deseos colmados y frustrados, y en definitiva un recorrido de mi historia emocional a través de todos los chicos que me han dejado huella por derecho propio. He velado por completo sus identidades al punto de que todos parecen uno solo, pues en todos me reflejo y a todos los construyo con los mimbres de mi obsesión. Dicho esto, algunos están mucho más presentes que otros. Es lógico y no he hecho nada por impedirlo. Al contrario, sobre todo en los dos últimos años he escrito poemas especialmente inevitables.

Podría decir que "Con el corazón en la boca" es un ejercicio de exorcismo, como lo pretendía ser mi anterior post. Y quizá sea así, me encantaría incluso, pero no estoy seguro. Mi nostalgia es muy potente, invasiva como un virus. Lo tengo bajo control, pero ahí está. Aquí está.

26 de enero de 2011

El mundo es tuyo

El mundo es tuyo,
tu ímpetu lo abarca,
te falta tiempo para hacer,
conocer, dejar tu huella,
lo apuras con la misma ansia
que yo espero tus señales.

El mundo es tuyo,
arqueas tus cejas
y hablas en ese tono
exaltado, vibrante,
a veces hasta te falla la voz,
y por eso sé que no me equivoco.

El mundo es tuyo
y yo ando cerca de ti.
No, no quiero nada,
me basta con que te percates de mí.

El mundo es tuyo,
pero de verdad,
no como yo creía que lo era
a tus veintitrés, igual
o más soberbio aún,
pero sin ninguna de tus armas.

El mundo será tuyo
porque es justo que lo sea,
y yo estaré en algún lugar,
tal vez logre una parcela de ese mundo
que te pertenece, que no puede ser
otra cosa sino tuyo.

Espero que entonces pienses en mí;
así tu triunfo, de alguna forma,
será el mío.

11 de enero de 2011

Hábitos

Sabía que a veces pides dinero. De hecho esperé que lo hicieras en algún momento de nuestra conversación en el messenger, pero no fue así. Lo que no esperaba era que finalmente acabaras presentándote en mi casa. "Soy de fiar", me habías dicho.

En un primer golpe de vista me llamó la atención tu cuerpo. Sí, eras el chico guapo de las fotos, muy guapo incluso, pero en ese momento pensé lo bien que habías camuflado esos kilos de más. Enseguida te invité a tomar algo y tú mismo mencionaste "cerveza" mientras pasabas seguro de ti mismo al salón. Me pediste fumar. Mirabas al frente y bebías a buen ritmo, como yo. De lo poco que hablamos entendí que andas desorientado, ajeno, dejándote llevar sin rumbo. Como si la universidad y todo lo demás fuera algo de lo que no te apetece participar. Me preguntaste si era tímido y, aunque te respondí que no, era obvio que tú aún lo eras menos. Besabas bien, sabías bien a pesar del cigarrillo. Te acaricié, quería hacerte el amor con cuidado, sin prisas; sin embargo, ya en en el sofá me di cuenta de que no te entregabas. No tenía que ver con el rol pactado en el messenger, era algo distinto. En mi cuarto, en mi cama, buscaste tu placer lejos de mí. No era egoísmo, parecía más bien un hábito adquirido. Imaginaba las veces que lo habías hecho por dinero y pensé que te habías acostumbrado a no estar allí, a confiar en el popper para olvidarte del amante y perderte en esa intensidad, en esa inconsciencia. Yo también lo usé, por supuesto, y admito que me ayudó a interpretar el papel al que me empujaste: el de quien se cree con derecho a tomarlo todo. Te penetré cuando ya no pudimos más y en menos de un minuto tuviste lo que habías querido desde el principio. No me molestó, de alguna forma encajaba a la perfección con la pequeña sordidez de nuestro encuentro, con el personaje que había construido de ti.

Yo acabé sobre tu vientre, clavando mi mirada en esos ojos que abrías cada poco para posarlos en los míos sin expresión, como en una de tus fotos, tal vez contemplando un infinito que seguía estando lejos.