15 de julio de 2017

Un Sueño

Esta noche he tenido un sueño.


Resulta que Google Street View se había grabado en vídeo desde los 90, con archivo y, lo más importante, en plan realidad virtual.

Empecé prudente por aparecer hace unos años en Callao. Era alucinante estar allí, sí, pero se parecía bastante a ahora. Ya lo había vivido.

Elegí otra vez Callao, 1995: la FNAC con carteles de cine de anacrónicos, otros edificios irreconocibles, bocas de metro extrañas...

Tal vez la técnica no estaría refinada al principio. La gente no me veía, pero yo no podía haber estado en esa grabación. Me parecía normal.

Me apeteció volver a casa en metro, o puede que temiera algo. El mapa de líneas se ajustaba más o menos, así que me metí.

Mis euros no valían de nada, mis tarjetas tampoco. Estaba desvalido, pero los sueños son mágicos y de pronto había dejado atrás los tornos.

La confusión era obvia, ¿acaso habían grabado bajo tierra? Paredes de colores (inexistentes en 1995), halls inútiles, pasillos sin fin...

Eché a correr. Me tropezaba con la gente, jadeaba, empujaba puertas que se abrían a nuevos espacios que nunca llevaban a ningún andén.

Creo escuchar un rumor. ¡Es un tren! Ya me da igual la línea o en qué dirección vaya. Subo unas escaleras y llego al andén, se acerca.

Algo me aterroriza cuando se detiene: no hay nadie dentro. El andén está igualmente vacío. Aunque lo peor está por venir.

Los sueños pueden ser mágicos, pero también terribles: ahora estoy de pie en el túnel y el tren va a reiniciar su marcha. Va a arrollarme.

Cierro los ojos y hago zoom out hasta el presente. Estoy en Zaragoza, en la cama del que fue mi cuarto hasta los veinticuatro años.

Entonces me pregunto si podría haber soñado esto en Madrid, en mi cama, en esa casa a la que quería volver en mi sueño.

Vuelvo a dormirme.