A veces me pregunto qué seria si... Qué sería si hubiéramos obedecido al pálpito —¿recuerdas?— que los dos tuvimos aquella mañana, aquellos últimos días de los dos. Fue nuestra oportunidad, pero la ciudad ya era un holograma. ¿Por qué no detuviste el planeta, por qué no lo detuve yo? Qué cobarde fui por no violentar el destino, no violentarte antes de que te desdibujases ante mi dolor, mi impotencia, mi abismo. La gente me creía muy valiente aquellos días, todos estábamos equivocados.
Nosotros... Me brota una sonrisa irónica cuando lo pienso. No, ya no es dolor, ni siquiera tristeza. Es otra cosa que no conocía: empezar a estar de vuelta, acostumbrarme a la atonía, pensar en aquello y dudar (de ahi la sonrisa irónica) de nuestro talento, de nuestra inteligencia, de nuestro amor incluso. Cómo no dudar cuando el tiempo lo ha burlado todo.
A veces, sin embargo, me pregunto por ese universo paralelo, tal vez infinito.
No he encontrado respuestas.