31 de marzo de 2009

Hogar

Poco más que mi portátil y yo resta en este espacio que me dispongo a dejar. Trece meses quedan atrás. No tardé en hacer de estos escasos veinte metros cuadrados mi hogar, en él puse más de mí de lo que nunca había puesto en ningún otro sitio. Plantas, cuadros, libros que amortiguaron el eco que ahora retumba con cada ruido minúsculo de estos últimos estertores. Tenía que ser así, pues esto era todo con lo que contaba para recomenzar hace trece meses. Ahora lo veo vacío, como cuando llegué. Desnudo, triste, muerto. Pero yo sé sus secretos, los placeres que latieron entre estas paredes. La vida ha pasado por aquí, y volverá a pasar cuando otro inquilino lo ocupe. Veinte metros cuadrados dan para mucho. Que nos lo digan a nosotros, ¿verdad? Deberíamos estar todos aquí celebrando el tiempo, breve o extenso, que pasamos juntos. Traed cervezas y ganchitos y celebremos que esto se acaba, que de un portazo todo será recuerdo, todo será mentira. La verdad fue tu mirada, tu risa, tu semen salpicando mis sábanas. La verdad fueron las ganas de que no te marcharas, de que me dieras un beso, de que me confesaras eso que te arañaba en lo más profundo. Me agota abandonar espacios. Me duele, me desequilibra. Pero no tengo remedio: así es mi vida, y en espacios como éste se me va quedando atrás.

26 de marzo de 2009

Way out

A los veintiuno estudié que de los microestados de los sistemas podían deducirse magnitudes macroscópicas, como por ejemplo la entropía. A los veinticinco estaba jugando a ser alguien en una ciudad del Midwest americano, y tal vez lo fui. A los veintiseis le di mi primer beso a un chico, por fortuna él mereció ser el primero después de tantos años yermos. A los veintiocho conseguí mi primer trabajo "de verdad", la alegría me duró hasta los veintinueve si bien hasta los treinta y uno no me decidí a dejarlo y recomenzar a ciegas. El año pasado tuve el mejor trabajo de mi vida, pero me ha durado poco. Al menos he dejado un producto que, espero, ayudará a mejorar un poquito la educación en este mundo del siglo XXI donde saber postear es más importante que recordar quién encontró su derrota en la batalla de Waterloo.

De los microestados de los sistemas pueden deducirse magnitudes macroscópicas, como la tristeza. Quiero ser alguien, otra vez. Quiero besos de amor. Quiero trabajar con pasión. Quiero, quiero, quiero... Eso dicen los niños. Tengo treinta y cuatro y me siento tan torpe.

Napoleón estaba loco, pero persiguió un sueño.

22 de marzo de 2009

Los abrazos rotos


Almodóvar es, sin duda, un director que provoca adhesiones incondicionales y antipatías irreversibles. Así como Volver cautivó a un público receptivo a una historia más lineal, menos hermética y más universal que por ejemplo en La Mala Educación, Los Abrazos Rotos es toda una declaración de intenciones del director, un claro punto de no retorno pues aparte de un sentido homenaje al Cine es un homenaje a su propia filmografía, una exacerbación que ensancha los límites de su forma personalísima, hiperbólica, apasionada, de colocarse tras la cámara y regalar al séptimo arte escenas para su historia.

Llegado a este punto de su carrera, me aventuro a afirmar que para Almodóvar el guión es cada vez más un pretexto para concebir escenografías, encuadres, miradas, un artefacto diseñado exclusivamente para ser narrado con imágenes. Con el tiempo va aprendiendo a ser menos rocambolesco, pero ya nadie puede esperar de él un guión intimista, de pequeños detalles, de personajes dibujados con trazo fino. Almodóvar adora la tragedia, no el drama, y cuando se pone cómico su humor es ordinario, nunca sutil. Pero el mayor logro del director en Los Abrazos Rotos es que su desinterés por lo verosímil, su sempiterno exceso argumental, lo revierte más que nunca en beneficio de la experiencia visual que nos proporciona y que, hoy por hoy, no tiene parangón en el cine nacional y apenas en el internacional.

Es Los Abrazos Rotos una película de metáforas, la más decisiva de todas la ceguera del director de cine Mateo Blanco alias Harry Caine (interpretado por un Lluís Homar soberbio, emocionante en cada plano). Si para Almodóvar el cine es una celebración de la imagen, ¿qué mayor desafío que plantear una película con un protagonista así? De ahí la frase final que condensa la filosofía del maestro, de este artesano curtido en el oficio llamado Almodóvar y parapetado tras Lluís Homar que nos confiesa, justo antes del fundido en negro, su leif motif para afrontar cada rodaje. Por supuesto, otra metáfora es la multiplicidad de papeles que interpreta Lena (excepcional Penélope Cruz en su enésima consagración como intérprete más allá del Óscar recientemente recibido). Lena, auténtico pivote de Los Abrazos Rotos, aparte de musa de Almodóvar como Uma Thurman lo es de Tarantino, siendo cada plano de ella un homenaje en sí mismo que rompe el 16:9 al extremo de violentar lo diegético, hace de aspirante a actriz, secretaria, puta ocasional, pareja, amante, y actriz en la película rodada hace catorce años por Mateo, Chicas y Maletas, esa película dentro de la película que recupera el hilo argumental de aquellas Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios y nos arranca esa risa que no tiene secretos para Almodóvar.


Hablé de escenas para el recuerdo, para la historia del cine. La más memorable tiene lugar en esa habitación de hotel donde Ernesto (un Jose Luis Gómez con nada que demostrar ya como actor) ha sometido a Lena al sexo hasta literalmente el vómito y, cuando ella vuelve del baño, parece estar muerto. Si una escena condensa las metáforas de la película, la declaración de amor al Cine por parte de Almodóvar, y por supuesto la interpretación de los actores, es esta. Pero hay muchas más, empezando por la primera con su perturbadora premisa y terminando por la última con su confesión al desnudo ya comentada. Cuando Almodóvar logre su película perfecta será lo que Deseando Amar fue para ese otro maestro de la mise en scène contemporánea como culto a la forma llamado Wong Kar-Wai.

Algo propio del mejor cine americano clásico (lo que equivale a decir a buena parte del mejor cine de la historia) es el mimo en la caracterización de los personajes de reparto, que normalmente eran actores de gran prestigio y larga trayectoria. Almodóvar siempre ha compuesto guiones corales, con secundarios de lujo que desempeñaban papeles decisivos, y eso ha redundando en la riqueza de sus películas como redunda especialísimamente en Los Abrazos Rotos. Por eso, en ella destacan el desbordante y terriblemente atractivo Tamar Novas, la contenida Blanca Portillo, Lola Dueñas, Carmen Machi, e incluso un Rubén Ochandiano que hace lo que puede con un personaje que acaso sea la mayor flaqueza de la película pues queda como mera bisagra entre tramas sin que se justifique satisfactoriamente su omnipresencia a lo largo del metraje.


Este Almodóvar maduro, a ciegas y arrebatado, ya no precisa del realismo para disparar nuestras emociones y hacer diana en nuestras más íntimas certezas; le basta con el almodovarismo.

21 de marzo de 2009

Primavera al fin

THE BOY WITH THE ARAB STRAP

A mile and a half on a bus takes a long time
The odour of old prison food takes a long time to pass you by
When you've been inside
Day upon day of this wandering gets you down
Nobody gives you a chance or a dollar in this old town

Hovering silence from you is a giveaway
Squalor and smoke's not your style
"I don't like this place"
We better go
Then I compare notes with your older sister
I am a lazy gett, she is as pure as the cold driven snow
She accepts my confession

What did you learn from your time in the solitary
Cell of your mind?
There was noises, distractions from anything good
And the old prison food
Colour my life with the chaos of trouble
Because anything's better than posh isolation
I missed the bus
You were laid on your back
With the boy from the arab strap
With the boy from the arab strap

It's something to speak of the way you are feeling
To crowds there assembled
Do you ever feel you have gone too far?
Everyone suffers in silence a burden
The man who drives minicabs down in Old Compton
The Asian man
With his love/hate affair
With his racist clientele

A central location for you is a must as you stagger about
Making free with your lewd and lascivious boasts
We know you are soft because we've all seen you dancing
We know you are hard because we all saw you drinking
From noon until noon again
You're the boy with the filthy laugh
You're the boy with the arab strap

Strapped to the table with suits from the shelter shop
Comic celebrity takes a back seat as the cigarette catches
And sets off the smoke alarm
What do you make of the cool set in London?
You're constantly updating your hit parade of your ten biggest wanks
She's a waitress and she's got style
Sunday bathtime could take a while

EL CHICO DEL ARAB STRAP (*)

Una milla y media en autobús es mucho tiempo
El olor a comida de prisión vieja tarda en dejarte
Cuando has estado dentro
Día tras día de este errar te agota
Nadie te da una oportunidad o un simple dólar en esta vieja ciudad

Tu silencio a gritos te delata
La miseria y los humos no es tu estilo
"No me gusta este lugar"
Vayámonos
Luego comparo notas con tu hermana mayor
Soy perezoso, ella es tan pura como nieve arrastrada por el viento
Acepta mi confesión

¿Qué aprendiste de todo ese tiempo en la solitaria
Celda de tu mente?
Había ruidos, distracciones de todo lo bueno
Y la comida de la vieja prisión
Da color a mi vida con el caos de los problemas
Pues cualquier cosa es mejor que el aislamiento guay
Perdí el autobús
Estabas acostado bocarriba
Con el chico del arab strap
Con el chico del arab strap

Podríamos hablar de cómo te sientes
Las muchedumbres se aglomeraban
¿No sientes alguna vez que has ido demasiado lejos?
Todo el mundo sufre su carga en silencio
El hombre que conduce minitaxis en Old Compton
El asiático
Con su affair de amor y odio
Con su clientela racista

Un lugar céntrico es necesario para ti mientras te tambaleas
Soltando tus fanfarranodas lascivas y obscenas
Sabemos que eres blando porque todos te hemos visto bailar
Sabemos que eres duro porque todos te hemos visto beber desde un mediodía
Hasta el siguiente
Tú eres el chico de la sonrisa pestilente
Eres el chico del arab strap

Amarrado a la mesa con trajes de la beneficiencia
La celebridad cómica toma un asiento trasero cuando el cigarrillo prende
Y dispara la alarma de humo
¿Qué haces con el sitio guay de Londres?
Actualizas constantemente tu lista de las diez mejores pajas
Ella es camarera y tiene estilo
El baño de domingo podría demorarse

(*) Arab strap: juguete erótico masculino consistente en un anillo de metal que aprisiona la base del pene y una correa de cuero que sujeta los testículos. Aquí, información más extensa incluyendo sus posibles usos.

14 de marzo de 2009

Olivia

Olivia tiene dos días. Nunca había sostenido en mi regazo a un bebé tan, tan pequeño. Es tranquila, no llora cuando hay estruendo de voces, ha aprendido muy rápido a nutrirse del pecho materno. Se parece mucho a su papá, aunque la mamá asegura que la boquita y los ojos son suyos.

Sostenía a Olivia, como digo, y me dio por pensar en qué vida le espera. Olivia, que ni siquiera mira el mundo todavía, ha emprendido el viaje a ninguna parte. No ha tenido mala suerte para empezar, ha nacido en una clinica privada situada en un barrio residencial de fronteras invisibles pero efectivas. Sin embargo, ¿quién te privará del dolor, la duda, la desesperanza? ¿Quién te explicará que el ser humano, capaz de concebir el universo en su mente, de construir la catedral de Chartres, de coronar el Everest, es responsable de la agonía y muerte de millones de bebés como tú, bombardea ciudades día y noche por el triunfo de una idea miserable, transforma irreversiblemente el planeta que le dio vida en un vertedero colosal? ¿Quién te enseñará el precio de vivir, pequeña?

Olivia no se movía entre mis brazos. Yo la miraba. Un día Olivia sostendrá a un bebé en su regazo, le mirará, y querrá llorar.

12 de marzo de 2009

En el ático

Crónica del final de una reclusión, del estallido que rompe el tiempo y es el comienzo de otra vida. Peter Silberman, un muchacho que pasó un año y medio encerrado en un apartamento de Manhattan como uno de esos personajes de Paul Auster que reniegan del mundo, emergió con un disco que tardaría otro año y medio en completar: su flamante Hospice al frente de The Antlers. Sin embargo, creo que en su anterior entrega, In the attic of the universe, ya latía la esperanza de un nuevo amanecer.

Ha habido algunas ocasiones en que he caminado a duras penas peldaños que finalmente me llevaron a áticos al descubierto donde grité mis deseos al mundo y me lancé de cabeza a lograrlos. Me encuentro otra vez en una de esas escaleras infinitas, otro ático me espera y dará sentido a este último año y medio mío recorrido tan a ciegas, sin propósito, más amargo que otra cosa.

Peter, tienes razón sobre todo en algo: somos pequeños, tan pequeños...

STAIRS TO THE ATTIC

I decided on that evening that I was through with sitting still
I stood up and started moving with a childlike fascination
For those doors that don't have locks
And the stairways that were blocked
So I dug through the obstruction
Put my fist around the railing
And each step was far apart
And far away from steps before it
And the air was getting thinner
Til I couldn't breathe at all
And if I happened to look behind me
There were miles and miles of stairs
Enough so I couldn't see the doorway
But I knew that it was there
And on the last step I was dizzy
'Cause there were stairs in all directions
But I found another door
And through the door there was the attic
Without old clothes
Without a ceiling
Everything had opened wide
Into the jaws of something bigger
And suddenly I saw that I was
Upstairs and outside and freezing on the roof
Finally it had found me
The answer, the feeling, and the truth:

That I'm small
That I'm small
That I'm small
I'm smaller than the smallest fireball.

ESCALERA AL ÁTICO

Aquella noche decidí que ya bastaba de quedarme sentado
Me puse en pie y empecé a moverme con la fascinación de un niño
Hacia aquellas puertas que no tienen cerrojos
Y las escaleras bloqueadas
Así que me lancé de cabeza a la obstrucción
Pasé mi puño por la verja
Y a cada paso me alejaba
Y dejaba atrás peldaños
Y el aire se viciaba
Hasta que no pude respirar
Y si se me ocurría mirar atrás
Había miles y miles de peldaños
Tantos que no podía ver la entrada
Pero sabía que estaba allí
Y en el último peldaño me mareé
Porque había escaleras en todas las direcciones
Pero encontré otra puerta
Y tras la puerta estaba el ático
Sin techo
Todo se había abierto
En las fauces de algo más grande
Y de repente vi que estaba
Arriba y afuera y congelándome en el tejado
Finalmente me habían encontrado
La respuesta, el sentimiento, y la verdad:

Que soy pequeño
Que soy pequeño
Que soy pequeño
Soy más pequeño que el más pequeño de los meteoritos.

11 de marzo de 2009

Bandas sonoras


Cada día debería tener su propia banda sonora, y esta no se repetiría nunca sino que cada despertar daría paso a otra jamás escuchada. Pero a mí me encanta repetir, siempre prefiero la segunda vez a la primera. Me pasa con las canciones, los rincones de una ciudad, todo... Nunca se disfruta como una segunda vez, el recuerdo todavía vibrante de lo inesperado potencia la emoción de reencontrarlo de nuevo. Pero me voy, me voy... Quería contar que mi banda sonora ‒reencontrada‒ de este día es The Silence of Love, disco con el que un par de productores californianos, Hugo Nicholson y Eddie Bezalel, homenajean bajo el hombre de Headless Heroes a una serie de bandas sin reconocimiento masivo pero cuyas canciones son los hits de ese mundo paralelo habitado por los insumisos a la dictadura cultural de los grandes medios. En The Silence of Love colaboran numerosos artistas, y la voz la pone en todos los temas Alela Diane. Para quien no la conozca, recomiendo fervientemente su especialísimo primer disco, The Pirate's Gospel, imprescindible para los amantes de la belleza perturbadora y alienígena, para los buscadores de tesoros sonoros de esos que incluso cuesta compartir.

9 de marzo de 2009

The Visitor


Tom McCarthy nos sorprendió en 2004 con aquella pequeña joya llamada The Station Agent (Vías Cruzadas), la historia de un improvisado jefe de estación abandonada cuyo enanismo le ha impuesto desde siempre un alejamiento del mundo pero en quien late la necesidad de un contacto humano que se hace realidad a lo largo de la película. El próximo viernes se estrena en España la segunda entrega de este director, The Visitor, que supone un paso más en la disección emocional de a quienes el azar les ofrece una nueva oportunidad.

Richard Jenkins, inolvidable personaje central de Six Feet Under, da cuerpo y alma a Walter Vale, profesor universitario en Connecticut obligado a presentar en Nueva York un ensayo en el que figura como co-autor pero del que no ha escrito ni una sola coma. McCarthy, al igual que en The Station Agent, se toma su tiempo para presentarnos al protagonista: su penosa lucha contra ese piano para el que no está dotado, su amarga monotonía, su viudedad. Es un papel que no regala nada, en otras manos habría podido resultar plano o histriónico, quién sabe, pero Jenkins le dota de verdad en un crescendo que desembocará en redentora erupción interna. En Nueva York, de vuelta a la ciudad donde vivió con su esposa tantos años, Walter se encuentra al abrir la puerta de su apartamento con una pareja de inmigrantes, el músico callejero sirio Tarek y su esposa de color Zainab, engañados por un amigo que les ha alquilado ilegalmente la propiedad de Walter. Este será el primer punto de inflexión de un guión modélico que con pulso y mimo nos contará cómo las vidas de Walter, Tarek, Zainab, y Mouna, la madre de Tarek, se entrelazan definitivamente a partir de un suceso que desencadena el auténtico drama y en el que Walter se convertirá en un visitante no solo de su apartamento, sino de Nueva York, de Estados Unidos, y me atrevo a decir que de su propia existencia.


Es curioso que The Visitor tenga tanto en común con otro estreno muy reciente de nuestra cartelera, Gran Torino. En esta última, Clint Eastwood es otro americano forzado al contacto y entendimiento con personas inmigrantes por las circunstancias de su vida (acaba de perder a su esposa y está solo en un barrio venido a menos por la presencia cada vez más numerosa de "chinos" que, en realidad, son de la etnia Hmong y tuvieron que huir del comunismo tras luchar al lado de los americanos en Corea). Sin embargo, lo que en Gran Torino está esbozado con trazo más bien grueso y simplista, en una historia de buenos y malos que solo salva la maestría interpretativa y de puesta en escena de Eastwood, en The Visitor se nos dibuja poco a poco, con los diálogos justos, con sutileza a la hora de mostrar a los personajes con sus pequeños defectos, sus reacciones humanas ante los vaivenes de la vida, al tiempo que ese carácter de "visitante" queda mucho más marcado aquí gracias a la nítida denuncia del trato que los inmigrantes ilegales reciben en ese melting pot que quieren ser los Estados Unidos y del que tanto distan.


Hacen falta películas como esta que nos enseñen todo lo que no sabemos del entorno que habitamos, que nos revelen nuestros deseos, nuestras pasiones reprimidas, que nos obliguen a no ser meros visitantes de nuestra vida. En definitiva, películas que nos abracen por detrás, que nos acaricien la mano durante este camino en el que estamos tan solos.

The Visitor, o cómo Tom McCarthy sigue empeñado en cambiar el mundo con la más poderosa arma de construcción masiva: el cine.


7 de marzo de 2009

Mediodía del siete de marzo


Tumbado en el césped del templo de Debod. Sol en el rostro, la cazadora como almohada. La ciudad late en todos los cuerpos. Recuerdo anoche, la excitación desbordándose en la madrugada de Madrid tras una obra de teatro compartida. Una llamada al móvil, mi risa se oye en una azotea del barrio de Tetuán. Mañana la máxima será de 19º, volveré a la Casa Encendida. Día de radio y fotosíntesis. Estaba tan harto de este invierno... Hoy solo puedo sonreír ante la catástrofe, sería tan injusto no hacerlo. Injusto como un pájaro, Fer. Como una flor.

4 de marzo de 2009

Por justicia melódica


Solo un lapsus imperdonable me hizo no mencionar la banda sonora original de Vals con Bashir en mi crítica de la película. Max Richter compone unas partituras donde lo onírico y lo doloroso se funden en unas melodías y texturas sonoras de extrema sensibilidad que no podrían ajustarse mejor a las imágenes de tan desbordante potencia visual que nos regala Vals con Bashir.

Haceros con ella, cerrad los ojos, y presionad play. Esto solo es para inducir vuestro deseo...

3 de marzo de 2009

Mood de un lunes al anochecer

THE BUILD UP

The build up
Lasted for days
Lasted for weeks
Lasted too long

Our hero
Withdrew
When there was two
He could not choose one
So there was none

Worn into the vaguely announced
Worn into the vaguely announced

The spinning top
Made a sound
Like a train
Across the valley
Fading
Oh so quiet
But constant 'til it passed
Over the ridge
Into the distances
Written on your ticket
To remind you where to stop
And when to get off

EL AUMENTO

El aumento
Duró dias
Duró semanas
Duró demasiado

Nuestro héroe
Se retiró
Cuando hubo dos
No pudo elegir solo a uno
Así que no hubo nadie

Desvanecido en lo vagamente anunciado
Desvanecido en lo vagamente anunciado

La cima dando vueltas
Hizo un ruido
Como un tren
A través del valle
Difuminándose
Tan en silencio
Pero constante hasta que pasó
Sobre la cresta
Hacia la distancia
Escrito en tu billete
Para recordarte dónde parar
Y cuándo bajarte