31 de marzo de 2009

Hogar

Poco más que mi portátil y yo resta en este espacio que me dispongo a dejar. Trece meses quedan atrás. No tardé en hacer de estos escasos veinte metros cuadrados mi hogar, en él puse más de mí de lo que nunca había puesto en ningún otro sitio. Plantas, cuadros, libros que amortiguaron el eco que ahora retumba con cada ruido minúsculo de estos últimos estertores. Tenía que ser así, pues esto era todo con lo que contaba para recomenzar hace trece meses. Ahora lo veo vacío, como cuando llegué. Desnudo, triste, muerto. Pero yo sé sus secretos, los placeres que latieron entre estas paredes. La vida ha pasado por aquí, y volverá a pasar cuando otro inquilino lo ocupe. Veinte metros cuadrados dan para mucho. Que nos lo digan a nosotros, ¿verdad? Deberíamos estar todos aquí celebrando el tiempo, breve o extenso, que pasamos juntos. Traed cervezas y ganchitos y celebremos que esto se acaba, que de un portazo todo será recuerdo, todo será mentira. La verdad fue tu mirada, tu risa, tu semen salpicando mis sábanas. La verdad fueron las ganas de que no te marcharas, de que me dieras un beso, de que me confesaras eso que te arañaba en lo más profundo. Me agota abandonar espacios. Me duele, me desequilibra. Pero no tengo remedio: así es mi vida, y en espacios como éste se me va quedando atrás.

1 comentario:

kailing dijo...

Mmmmm... que pena, me tendre que contentar con ver las fotos