19 de enero de 2006

Coloso

Tu espalda oculta el sol...
tú, el coloso desgarrando grietas
al empujar su amor
para romper mi tierra;
yo, te deseo cuanto más me aprietas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El deseo, como carnal apetito, es fugaz. Afortunadamente otras cosas no. Agotar hasta el límite el aliento y el impulso, agota la comprensión del deseo. El amor, cuando es salvaje, desencadena la impaciencia, y ese eco lejano de ansiedad y bocas que palpitan. Pero recuerda, Valmont, que uno solo conserva lo que no amarra.

León Sierra dijo...

Has visto una represenación del Coloso de Rodas?


Bello!

(como tú)