18 de enero de 2006

Arte y vida

Recuerdo el tiempo en que sólo encontraba la belleza en los libros, algunas canciones, tal vez una película de cuando en cuando. Era muy exigente, esnob sin duda, pero en el arte no podía conceder una sola oportunidad a la mediocridad. Bastante tenía con el día a día. Si tengo que nombrar los primeros ejemplos que me vengan a la mente, diría que La insoportable levedad del ser, One y Léolo vertebraron aquellos años donde brotaron muchas más ramas: Wilde o Cortázar, Suede o Pearl Jam, Allen o Bergman... Siempre desde el desasosiego, la inconformidad, el dolor por una vida que cuesta ser vivida. Hay muchos más nombres, todos tenemos los nuestros a los que vamos incorporando otros nuevos, como yo últimamente he incorporado a Michel Houellebecq, Sufjan Stevens o Michael Haneke. Libros, canciones, películas...

Ahora sigo leyendo, escuchando, visionando. Es sólo que, como alguien dijo ya, prefiero que la vida me enseñe a entender el arte. No a la inversa, nunca ya. Por eso, últimamente dedico al amor –mi forma favorita de vida– una parte importante del tiempo que antes reservaba para vivir lo que otros imaginaron o soñaron.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Monsieur!!! Si vous saviez comment ça me fait penser à ma propre adolescence. En fin, me tengo que marchar y me quedo con ganas de escribir algo más largo, como otras cosas que he escrito hoy. Queda pendiente, como otras. Nuestra lista se alarga, monsieur. Y el hilo, se estrecha.
Besos, hoy bañados de arte, de música y de los sueños que han provocado en tantos de nosotros. Dónde estarán todos ellos?