12 de enero de 2006

Pienso en ti estos días, pequeña

Madame de Merteuil ha consentido a petición mía en escribir textos para este blog. Estoy muy feliz de poder compartir el primero de ellos con vosotros:

Pienso en ti estos días, pequeña. No me cuesta mucho esfuerzo separarme contigo de la fila y correr hasta uno de los rincones oscuros de la entrada. Nos quedaremos allí hasta que acabe el recreo y vuelvas a poder ocupar tu lugar en el orden. Mientras, te oiré contar cuentos de princesas enjauladas en estatuas de hierro. Qué retorcida esa estatua del patio. A qué movimiento vanguardista debió de pertenecer. Me pregunto si seguirá allí...

No hemos cambiado tanto, pequeña, ¿te das cuenta? La misma mirada reflexiva, el mismo sentimiento de no pertenencia a este mundo... qué más necesita un psicoanalista para construir un historial... Estos días en los que intento por todos los medios detener el tiempo para no tener que andar cumpliendo obligaciones, se me aparece siempre ese rincón oscuro o ese libro entre las manos, cual historia interminable sin completar. Un alma amable siempre se aparecía, qué debía de pensar ese fraile viejecito al verte solitaria en una esquina... como ahora entre las sábanas tibias de la madrugada, acechando los ruidos de la calle, todavía es muy pronto, todavía quedan unas horas de espacio, de tranquilidad... pero qué poco bienvenidos los pensamientos de “hay que... tienes que...”, acaban por trastornar cualquier espejismo de relajación.

Pequeña mía, tan asustada, me gustaría protegerte, protegernos, hacer que no nos sintiéramos avergonzadas nunca más, nunca más con miedo al fracaso, a la pérdida, a la devastación de la soledad. Te cuido y acuno en mi recuerdo, pequeñita. Han pasado tantos años que podría ser tu mamá...

1 comentario:

León Sierra dijo...

Esta misteriosa madame, es tan bella y delicada como una pettite fleur...! qué siga brotando!