16 de enero de 2006

Idea

Incluso ahora, le miro. Le amo.

Ayer, semidesnudos sobre la colcha, yo acariciaba tus muslos y tú los míos. Fui a besarte en la rodilla y tuve esa idea extraña, tan ajena a lo que siempre he pensado y defendido. Aún así te la conté, puse en palabras la certeza de que un hijo nuestro tendría unas piernas preciosas, únicas; seguí hablando, necesitaba hacerlo, y de las piernas fue inmediato saltar al resto del cuerpo, imaginando qué partes serían tuyas o más bien mías, y fue cuando llegamos al rostro que nuestros ojos se encontraron de frente, y en esa mirada fundimos nuestros propios rostros y se perfilaron los rasgos de ese niño. Sé, me consta, que vimos la misma cara. También sé que en ese instante sentimos la posibilidad de esa belleza en nuestras vidas.

1 comentario:

León Sierra dijo...

Es que la belleza también es una idea, compartida aún más. Este viaje... lleno de paisajes compartidos, momentos quietos que tus ojos me descubren.