23 de mayo de 2009

Cosas que me duelen

No entender, o entender demasiado tarde.

El abrazo retenido, el beso que murió en deseo.

Saber que me viste como nadie.

Sospechar que no llegaras siquiera a atisbarme.

Que mi entrega te asustara, ¿no era lo que querías?

Hacerte daño aunque ya no tenga otro remedio.

Que me hagas daño aunque ya no tengas otro remedio.

El daño −infringido o recibido− evitable, profundamente injusto.

Cuestionar el recuerdo de lo nuestro. ¿Sentías aquello que dijiste, era de verdad aquella mirada, me enamoré de la misma persona que ahora desconozco?

La certeza de que nos conocimos en el tiempo equivocado, a veces tan solo ligeramente, pero el desajuste fue letal.

Intuir que un día querrás volver a mí, y quién sabe si te atreverás o adónde me habrá llevado la vida.

Temer que un día llame a tu puerta y nadie responda.

Mi torpeza, me puede llegar a obsesionar.

Las huellas −visibles e invisibles− del tiempo.

Trabajar solo por dinero, cada vez soy más incapaz de semejante engaño.

No poder corresponder el amor −absoluto pero plagado de chantajes− de mis padres.

No poder corresponder el amor −relativo pero tan osado− de un hombre.

Una película deshonesta, un libro mal escrito, una canción que suena en todas las radios que es como si no sonara en ninguna.

Un amigo que se aleja.

La soledad.

1 comentario:

fernando mejia dijo...

Una flor. Un pájaro. Y por supuesto, las estrellas.