21 de mayo de 2009

Imposibilidad

La calle se extendía tras el parabrisas. El asfalto recién echado. Una patrulla de policía pasando cada pocos minutos. Los dos en tu coche, solitarios en medio de un paisaje con alguna apisonadora semiaparcada, montones de grava, y bolsas de basura todavía sin recoger. Tú me ponías canciones, y cada vez que comenzaba una me decías que te gustaba mucho, que era muy buena, y querías saber si a mí me gustaba también. Y yo, por supuesto, te repetía que sí; aunque no fueran de mi estilo, aunque solo pudieran gustarme junto a ti, tan joven y tan desconcertante. Cómo no iban a gustarme, si posaba mi cabeza en tu pecho y me parecía que la música me llegaba de ahí dentro.

Nos cogíamos de la mano, mirábamos la calzada huyendo en perspectiva y tarareábamos juntos esas canciones que, supongo, son las que cantabas en soledad al ir o volver de la universidad y que por un rato, ese tiempo inmortal que pasamos en tu coche antes de que la patrulla nos obligara a movernos, acompañaron nuestra breve historia. Luego nos besamos, me diste tu número de móvil, te pedí una vez más que subieras.

- No, llámame tú si quieres. Yo no voy a llamarte, tienes que ser tú.

Y ya no me volví. No quise verte marchar al volante camino del olvido.

2 comentarios:

kailing dijo...

Te veo romantico, o quiza melancolico.

Yo te escribo desde un parapeto, porque aqui el Great Firewall me impide llegar a ti y tu rumiar sin mediaciones. Que se va a hacer... hoy en dia todo puede ser peligroso, mejor cerrar mentes que promover los sueños. Todo, hasta cogerse de la mano y huir en perspectiva tarareando...

Anónimo dijo...

Yo nostalgio
tú nostalgias


en fin...

Saludos cordiales.

g