27 de octubre de 2007

Death cab for cutie

Death cab for cutie es uno de mis grupos de cabecera. "Title and registration" fue la primera canción que escuché de ellos y la que me arrastró a comprar el disco que la incluía, al que siguieron todos los demás. Por si fuera poco, la canción que le daba título a ese disco, "Transatlanticism", es la banda sonora de uno de los momentos inolvidables de mi serie preferida de todos los tiempos: "Six feet under".

Tenía que postear las dos, jamás he podido decidir cuál me conmueve más.

TITLE AND REGISTRATION

The glove compartment isn't accurately named
And everybody knows it.
So i'm proposing a swift orderly change.

Cause behind its door there's nothing to keep my fingers warm
And all i find are souvenirs from better times
Before the gleam of your taillights fading east
To find yourself a better life.

I was searching for some legal document
As the rain beat down on the hood
When i stumbled upon pictures i tried to forget
And that's how this idea was drilled into my head

Cause it's too important
To stay the way it's been

There's no blame for how our love did slowly fade
And now that it's gone it's like it wasn't there at all
And here i rest where disappointment and regret collide
Lying awake at night

There's no blame for how our love did slowly fade
And now that it's gone it's like it wasn't there at all
And here i rest where disappointment and regret collide
Lying awake at night (up all night)
When i'm lying awake at night.

TÍTULO Y REGISTRO

La guantera no es un nombre preciso
Y todo el mundo lo sabe.
Por eso propongo un cambio rápido y ordenado.

Porque tras su puerta no hay nada para calentar mis dedos
Y todo lo que encuentro son recuerdos de tiempos mejores
Antes de que tus faros traseros se desvanecieran por el este
Al encuentro de una vida mejor.

Estaba buscando algún documento legal
Mientras la lluvia golpeaba el capó
Cuando me tropecé con fotos que había intentado olvidar
Y así fue como esta idea se incrustó en mi cabeza.

Porque es muy importante
Seguir siendo como se era

Nadie tiene la culpa de que nuestro amor se desvaneciera
Y ahora que se ha ido es como si nunca hubiera estado
Y aquí descanso donde la decepción y el arrepentimiento se chocan
Tumbado sin poder dormir.

Nadie tiene la culpa de que nuestro amor se desvaneciera
Y ahora que se ha ido es como si nunca hubiera estado
Y aquí descanso donde la decepción y el arrepentimiento se chocan
Tumbado sin poder dormir (toda la noche en vela)
Cuando estoy tumbado sin poder dormir.



TRANSATLANTICISM

The Atlantic was born today, and I'll tell you how:
The clouds above opened up and let it out.

I was standing on the surface of a perforated sphere
When the water filled every hole.
And thousands upon thousands made an ocean,
Making islands where no island should go.
Oh no.

Most people were overjoyed; they took to their boats.
I thought it less like a lake and more like a moat.
The rhythm of my footsteps crossing floodlands to your door
Have been silenced forever more.
The distance is quite simply much too far for me to row,
It seems farther than ever before
Oh no.

I need you so much closer

I need you so much closer

So come on, come on...

TRANSATLANTICISMO

El atlántico ha nacido hoy, y yo te diré cómo:
Las nubes en lo alto se abrieron y descargaron.

Estaba de pie en la superficie de una esfera perforada
Cuando el agua llenó todos los agujeros.
Y miles y miles crearon un océano,
Creando islas donde no debía haber ninguna.
Oh no.

La mayoría de la gente estaba entusiasmada; se lanzaron a sus botes.
A mí me pareció menos un lago que un foso.
El ritmo de mis pasos cruzando tierras inundadas hasta tu puerta
Ha sido silenciado para siempre.
La distancia es simplemente demasiado lejana para recorrerla a remo,
Parece más lejana que nunca
Oh no.

Te necesito mucho más cerca

Te necesito mucho más cerca

Así que vamos, vamos...

14 de octubre de 2007

Zodiac


Una película de casi tres horas, para que el espectador no pierda ni un instante esa inconsciencia del mundo exterior que siempre propicia el buen cine, debe tener ante todo pulso, y David Fincher logra imprimirlo de principio a fin en toda una lección de cómo guión -parecería suyo- y realización pueden potenciarse al punto de converger en algo único. "Zodiac" lo es, o por qué tardé entonces más de diez segundos en recordar que estaba en Ecuador y no en España cuando bajaba como zombie los escalones de la sala camino de la salida...

Si una cosa hay que advertir de esta película es que empieza pareciendo algo muy distinto de lo que final y realmente es. A mí en particular me resultan demasiado efectistas las escenas de crimen, creo que una buena dosis de elipsis o por lo menos sobriedad habría beneficiado al conjunto. Exigir el uso de la imaginación casi siempre es mejor que mostrarlo todo por maravillosamente realizado que esté, y en una película de este calibre resulta especialmente supefluo. Por fortuna, a la hora de metraje ya había olvidado esos coqueteos con el terror de telefilme atrapado como estaba por las líneas narrativas que Fincher despliega con elegancia y precisión.

"Zodiac" es muchas películas en una: policial, intimista, de intriga, documental... El guión logra entrelazar todas ellas hasta converger en una certeza que no se puede demostrar, la crónica de un puñado de vidas rotas por un empeño tal vez fútil como llega a sugerir algún personaje. Al final, es la historia del hombre contra sus propias leyes, esas que en ciertos límites de la existencia dejan de ser útiles.

Mención especial para el reparto de actores, sublime como en otras películas de este director al que me encantaría ver al frente de un proyecto más centrado en ese intimismo que ya comenté y que en esta película adquiere gran relevancia. Creo que con esa maestría para el detalle, para la realización de plano a plano, de uso milimétrico de recursos de cámara, Fincher está llamado a ser algo mejor -incluso- que el más digno sucesor de Hitchcock en la actualidad.


"Zodiac", una auténtica película de autor.

10 de octubre de 2007

La ciudad invisible

El miércoles 19 de septiembre, no hace ni tres semanas aunque parezca mucho más, León y yo fuimos entrevistados en el programa "La ciudad invisible" de Radio3 por las representaciones de "La voz humana" que tuvieron lugar en el Teatro de las Aguas del 20 al 29.

Aquella tarde estaba nervioso, casi diría que inseguro. Me había enterado a mediodía de que yo también iba a estar en el estudio y no había tenido tiempo para hacerme una idea. Sin embargo, la amabilidad extrema de los presentadores y el tacto con que habían preparado todo me hicieron sentir muy a gusto desde el principio, y creo que pude expresar bastante bien lo que sentía respecto a la obra, al igual que León. Incluso, me permití una incorrección política al responder a la pregunta de cuál era mi ciudad invisible que los presentadores encajaron con buen humor.

Al día siguiente fue el estreno, y los nervios y la inseguridad volvieron al punto de atenazarme y no dejarme disfrutar por completo de la representación. Solo poco a poco, día a día, me fui convenciendo de la grandeza de lo que entre todos habíamos parido, mimado; no fue en concreto hasta la cuarta función, la del jueves 27, cuando entre lágrimas, mientras aplaudía a la inconmensurable Esther Olmeda, tuve mi cura de orgullo definitiva y asumí que todos -el director, la actriz, la escenógrafa, el iluminador y el versionista que suscribe este post- podíamos sacar pecho y no sucumbir más a una humildad que no se ajustaba a nuestros méritos.

He querido recordar esa entrevista porque allí fue donde primero nos sentimos acreedores de ese orgullo al que toda creación llevada a buen puerto debe dar lugar (acompañado siempre, eso sí, de la atención a las críticas ajenas y de la propia autocrítica como herramientas básicas para superar fallos o debilidades). Este es el enlace(*) del blog del programa.

(*) Decir que el texto que aparece en el cuaderno para la obra no pertenece a mi versión.

6 de octubre de 2007

Con rostro


Se llama Iván, tiene veintisiete años y un hijo cuya foto muestra orgulloso como imagen de fondo de su móvil. Ha trabajado de soldador, manteniendo piscinas y haciendo todo tipo de arreglos para la casa, y ahora lleva cargas en la camioneta que se compró a plazos cuando la vida le iba mejor. Nos ha ayudado a León y a mí a traer todo lo que enviamos por avión desde el aeropuerto de Quito hasta nuestra casa en Tumbaco, y "gracias" a trabas burocráticas varias he tenido la oportunidad de conocerle, y él a mí también. Ha sido un choque de mundos, la consciencia de un privilegio que me sitúa por encima (decirlo de otra forma sería un eufemismo), el entendimiento torpe al principio y más rico en matices conforme pasábamos las horas en el parking, en la cafetería del aeropuerto o en la carretera bajo el sol más ardiente o la lluvia helada. Los dos hemos aprendido, y me atrevo a decir que yo más. Él ahora sabe que no es en Italia sino en Escadinavia donde la noche no es del todo oscura, pero yo sé que hay un transportista llamado Iván que se quedó a las puertas de la universidad por tener que trabajar duro para tener qué comer al día siguiente.

El epílogo, vergonzante para mí y desesperanzado para él, es que no puedo ayudarle como le dije antes de despedirnos. Ese ha sido otro aprendizaje, y es que las cosas en este país están realmente mal para los desfavorecidos, y son legión aunque sus rostros se emborronen hasta parecerse todos cuando se les observa a nuestra velocidad. No, Iván, en ese puesto que sin depender de mí casi te prometí no ganarías los 500 dólares mensuales que aventuré. Ni 400, ni siquiera 300. Con el sueldo que te pagarían no podrías hacer frente a las "cuotitas" de tu carro, esa improvisada herramienta de trabajo, ni tomarte un botellín de agua mientras le enseñas por primera vez a Christopher cómo despegan y aterrizan los aviones en esta ciudad entre las montañas. Ni siquiera ese pequeño sueño, ese gramo de ilusión para quien más quieres nacido de tu sensibilidad amazónica (la misma que me dio confianza para decirte que León era mi pareja), es gratis.

Mañana, si me atrevo, te llamo y te lo cuento.