30 de junio de 2009

Narraciones...

... espirales. Me he cansado de abatirme como un águila encegada sobre esa presa fácil que son las palabras, verbo en loop que se aleja infinitamente de la verdad porque la verdad es silente y no admite otro enunciado que la acción. Quiero que mis músculos se agoten de ir y venir, subir y bajar, golpearse con otros músculos hasta que mi cuerpo caiga exhausto en el silencio de la noche. Como un niño que olvida rápido y quiere más todo el tiempo.

Que el deseo no está hecho de lenguaje sino de pura antimateria que desencadena catársis y misterio al rozar una piel. Que la masa que se mueve se carga de energía. Que el de incertidumbre es el mejor de los principios porque afirma lo que ya intuíamos: transformamos lo que está ahí simplemente porque nosotros también estamos.

Soy el mundo. Física emocional, cinética de una voluntad recuperada.

28 de junio de 2009

La flor y la naúsea

(Poema de Carlos Drummond de Andrade)

A FLOR E A NÁUSEA

Preso à minha classe e a algumas roupas
Vou de branco pela rua cinzenta.
Melancolias, mercadorias espreitam-me.
Devo seguir até o enjôo?
Posso, sem armas, revoltar-me'?

Olhos sujos no relógio da torre:
Não, o tempo não chegou de completa justiça.
O tempo é ainda de fezes, maus poemas, alucinações e espera.
O tempo pobre, o poeta pobre
fundem-se no mesmo impasse.

Em vão me tento explicar, os muros são surdos.
Sob a pele das palavras há cifras e códigos.
O sol consola os doentes e não os renova.
As coisas.
Que tristes são as coisas, consideradas sem ênfase.

Vomitar esse tédio sobre a cidade.
Quarenta anos e nenhum problema
resolvido, sequer colocado.
Nenhuma carta escrita nem recebida.
Todos os homens voltam para casa.
Estão menos livres mas levam jornais

e soletram o mundo, sabendo que o perdem.

Crimes da terra, como perdoá-los?
Tomei parte em muitos, outros escondi.
Alguns achei belos, foram publicados.
Crimes suaves, que ajudam a viver.
Ração diária de erro, distribuída em casa.
Os ferozes padeiros do mal.

Os ferozes leiteiros do mal.

Pôr fogo em tudo, inclusive em mim.
Ao menino de 1918 chamavam anarquista.
Porém meu ódio é o melhor de mim.
Com ele me salvo
e dou a poucos uma esperança mínima.

Uma flor nasceu na rua!
Passem de longe, bondes, ônibus, rio de aço do tráfego.
Uma flor ainda desbotada
ilude a polícia, rompe o asfalto.
Façam completo silêncio, paralisem os negócios,
garanto que uma flor nasceu.


Sua cor não se percebe.
Suas pétalas não se abrem.
Seu nome não está nos livros.
É feia. Mas é realmente uma flor.

Sento-me no chão da capital do país às cinco horas da tarde
e lentamente passo a mão nessa forma insegura.
Do lado das montanhas, nuvens maciças avolumam-se.
Pequenos pontos brancos movem-se no mar, galinhas em pânico.
É feia. Mas é uma flor. Furou o asfalto, o tédio, o nojo e o ódio.

LA FLOR Y LA NAÚSEA

Preso de mi clase y de ciertas ropas,
voy de blanco por la calle cenicienta.
Melancolías, mercancías me acechan.
¿Debo seguir hasta la náusea?
¿Puedo, sin armas, rebelarme?

Ojos sucios en el reloj de la torre:
No, no ha llegado el tiempo de completa justicia,
el tiempo es aún de heces, malos poemas, alucinaciones y espera.
El tiempo pobre, el poeta pobre
se funden en igual callizo.

En vano intento explicarme, los muros son sordos.
Bajo la piel de las palabras hay cifras y códigos.
El sol consuela a los enfermos y no los renueva.
Las cosas. Qué tristes son las cosas, consideradas sin énfasis.

Vomitar este tedio sobre la ciudad.
Cuarenta años y ningún problema resuelto, ni siguiera planteado.
Ninguna carta escrita ni recibida.
Todos los hombres vuelven a casa.
Son menos libres pero llevan periódicos
y deletrean el mundo, sabiendo que lo pierden.

Crímenes de la tierra, ¿cómo perdonarlos?
En muchos tomé parte, oculté otros.
Encontré algunos bellos, fueron publicados.
Crímenes suaves, que ayudan a vivir.
Razón diaria del error, distribuida en casa.
Los feroces panaderos del mal.
Los feroces lecheros del mal.

Prenderle fuego a todo incluso a mí.
Al señorito de 1918 le llamaban anarquista.
Pero mi odio es lo mejor de mí.
Con él me salvo
y a pocos doy una esperanza mínima.

¡Una flor ha nacido en la calle!
Pasad de lejos, tranvías, autobuses, ríos de acero del tránsito.
Una flor todavía descolorida
engatusa a la policía, rompe el asfalto.
Manteneos en absoluto silencio, paralizad los negocios,
aseguro que ha nacido una flor.

Su corazón no se escucha.
Sus pétalos no se abren.
Su nombre no está en los libros.
Es fea. Pero realmente es un flor.


Me siento en el suelo de la capital del país a las cinco de la tarde
y lentamente paso la mano por esta forma insegura.
Del lado de la montaña, nubes macizas van creciendo.
Puntitos blancos en el mar se mueven, gallinas aterrorizadas.
Es fea. Pero es una flor. Ha roto el asfalto, el tedio, la náusea y el odio.

22 de junio de 2009

Parque Vía


Carlos Reygadas, Jaime Rosales, Cesc Gay, el tándem formado por Pablo Stoll y el tristemente desaparecido Juan Pablo Rebella... Hay una nueva generación de cineastas en lengua hispana unidos por una concepción del cine basada en dos extremos complementarios: rigurosidad formal y profundidad narrativa. Películas como Luz Silenciosa, La Soledad, Ficció, o Whisky, son respectivamente estudios pormenorizados, asfixiantes a ratos, de conflictos de alta intensidad como el amor culpable o la ausencia de motivos para vivir. Y siempre usando un lenguaje visual sobrio, discreto, que justamente por ello nos transmite desnuda la creciente emoción de fondo. Enrique Rivero viene a añadirse con su ópera prima Parque Vía a esta lista de cineastas dispuestos a marcar estilo y época.

 

Parque Vía es un ejercicio de biografía extrema. El protagonista, Nolberto Coria, ha hecho en la vida real lo mismo que en la película: cuidar una enorme casa vacía. No solo eso, sino que Nolberto trabajó más de treinta años para los abuelos del director. Además, la propietaria de la mansión está interpretada por la propia madre de Enrique Rivero, Tesalia Huerta. Cierto es que esta última decisión estuvo mediada por otra: cambiar de actriz a mitad de rodaje. Pero quién sabe hasta qué punto la idea ya le rondaba en la cabeza. En cualquier caso, lo esencial de este film no es que los actores no sean profesionales, algo de lo que Robert Bresson ya fue pionero hace sesenta años, sino ese vínculo extremo con sus vidas lejos del registro documental pero no por ello menos sobrecogedor. Me atrevo a decir que esa autorrepresentación es incluso más reveladora, más transformadora para los actores, de lo que sería de no mediar la ficción.

¿Qué nos cuenta Parque Vía? El plano-secuencia inicial introduce con claridad al protagonista, Beto, siguiéndole en una de las rutinas del cuidado diario de la casa en venta que habita. De ahí en adelante, seremos testigos de sus jornadas que siempre comienzan con esa alarma que suena invariablemente a la misma hora, su ducha con cubos de agua, la comprobación de su peso en una vieja báscula... Y también, en especial, aprenderemos sus manías nacidas de la soledad, su anarquía alimentaria, o su gusto por los programas de televisión donde asesinatos, violaciones, o intentos de linchamiento, son contados sin filtro alguno que explicite la abyección. Incluso el sexo es predecible en la vida de Beto, y se hace carne en Lupe, una prostituta de bajos fondos interpretada por la soberbia Nancy Orozco que le acompaña en una desoladora simbiosis de dos seres sin ilusión. Ella, la vendedora de la inmobiliaria con su desinteresado afecto, y la Señora bajo cuyas órdenes lleva trabajando tanto tiempo, son las únicas personas con quienes mantiene algún lazo. En concreto, su relación con esta última acaba siendo el principal objeto de estudio del film y desencadena su final, elíptico y vertiginoso, donde se explicita el conflicto latente, el drama que vertebra la historia. De un lado Beto y Lupe, y del otro la vendedora y la Señora: dos clases que colisionan donde la compasión del amo no aplaca la furia del vasallo.

 

Formalmente, como es santo y seña de la generación a la que pertenece, la realización de Enrique Rivero es impecable. La cámara, ya sea en mano o fija, no subraya nada sino que se limita a mostrar los espacios y las personas con exacta verosimilitud, como si pretendiera capturar el olor de un muslo, el sabor de un beso. La rutina de Beto es subrayada por los mismos planos día tras día, un guiño a la mencionada Whisky que se configura como inspiración evidente de Parque Vía más allá de este recurso narrativo. Así, la dirección de actores es también rígida, pero acaso no resulta del todo satisfactoria porque en ocasiones esa rigidez se torna parálisis al punto de apantallar en exceso las emociones, las sutilezas de los contactos humanos, y por tanto la historia no contada de los personajes. En contrapunto a esa austeridad, la ausencia de banda sonora durante todo el metraje es violentamente interrumpida con un apogeo final donde el violín de ese "Canto de los pájaros" rasga el silencio e inunda la imagen en una expresividad osada, delirante, reflejo del barullo ensordecedor en la mente de Beto dispuesto a vengar treinta años de desesperanza. La última escena, sin embargo, devuelve al protagonista a una nueva cárcel que simboliza de golpe esa vida condenada a la eterna repetición.


Parque Vía, o la paradoja de vivir.

20 de junio de 2009

Mi emoción

YOU'RE MY THRILL

You're my thrill
You do something to me
You send chills right through me
When I look at you
'Cause you're my thrill

You're my thrill
How my pulse increases
I just go to pieces
When I look at you
'Cause you're my thrill

Nothing seems to matter
Here's my heart on a silver platter
Where's my will
Why this strange desire
That keeps morning higher
When I look at you
I cann't keep still
You're my thrill

ERES MI EMOCIÓN

Eres mi emoción
Me estás haciendo algo
Me recorren escalofríos
Cuando te miro
Porque tú eres mi emoción

Eres mi emoción
Cómo aumenta mi pulso
Me hago pedazos
Cuando te miro
Porque tú eres mi emoción

Nada parece importar
Aquí tienes mi corazón en una fuente de plata
Dónde está mi voluntad
Por qué este deseo extraño
Que sostiene la mañana
Cuando te miro
No puedo parar
Eres mi emoción

13 de junio de 2009

Je veux voir


Ella, de espaldas, mira la ciudad a través de un ventanal. Voces fuera de campo discuten sobre la conveniencia o no de que "Catherine" visite el sur del país por unas horas y una cámara registre su viaje. Es peligroso, y podria no llegar a tiempo para la gala nocturna a la que está invitada . Quiero ver, dice ella. ¿Quién ha hablado? La actriz, en primera instancia, como lo haría en cualquier película. También el personaje, desde luego, pues por mucho que se interprete a sí misma no deja de ser eso: una representación. Hablan los directores, Joana Hadjithomas y Khalil Joreige, libaneses pero con una larga relación profesional con Francia y que desean mirar la guerra, o mejor dicho las huellas de la misma en su país, a través de los ojos de la Catherine. Y, finalmente, habla el espectador, último término de la metáfora que vertebra la película: Catherine Deneuve representa al Cine arrojando su mirada sobre todo lo que entra en un plano, ya sea ficcional (preparado) o documental (contingente). Quiero ver, repite de nuevo Catherine esta vez volviéndose hacia la cámara, y la metáfora se transforma en un juego de espejos que durará hasta el final.


Joana y Khalil estaban circunstancialmente en París cuando estalló la segunda guerra del Líbano el 12 de julio de 2006, por lo que no pudieron regresar al día siguiente como tenían previsto. Tony Arnaux, uno de los productores franceses, quedó a su vez atrapado en Beirut y sin poder volver a Francia hasta que fue seguro hacerlo. De esa curiosa simetría nace Je veux voir, film sustentado en la presencia de Catherine Deneuve en un territorio todavía post-conflicto, con cascos azules de la ONU velando la frontera con Israel y aviones militares de este país atemorizando con su vuelo más allá de la barrera del sonido a la población libanesa. Presencia onírica, como dicen los propios directores, que encarna al mismo Cine como lenguaje para contar esa realidad más allá de las imágenes repetidas hasta el infinito por televisión. Pero esa presencia no sería tan relevante de no mediar otra, la del actor Rabih Mroué, viejo conocido de los directores y auténtica voz narrativa que descubre a Catherine ‒y por tanto, al espectador‒ el presente del Líbano.

El encuentro entre Rabih y Catherine tiene lugar ante la cámara, no se conocen de antes y la relación entre ambos se forja literalmente durante el rodaje. Les vemos, se miran, son testigos de los estragos de la guerra en planos para recordar como ésos en los que, con una magistral economía de medios aprovechando tan solo los cristales del coche en el que viajan, vemos fundirse el rostro de la actriz con las ruinas de los edificios que contempla. Viaje, memoria, peligro... Je veux voir es una película donde muchas cosas suceden al mismo tiempo y, por su propia naturaleza híbrida, es todo un reto descifrar qué hay de verdad en lo que vemos. ¿Es atracción lo que late en las miradas furtivas de Catherine y Rabih? ¿Es Catherine tan obtusa como para no entender que un pueblo que ha sobrevivido a una guerra deja de cumplir ciertas normas como las de tráfico sin ningún remordimiento? ¿Es cierto que le tranquiliza ponerse el cinturón de seguridad y obligar a Rabih a que lo lleve? Asistimos al tiempo que transcurre con la misma incertidumbre, incluso sorpresa, que esos transeúntes capturados por la cámara en cierta secuencia. Los mismos ojos abiertos de par en par ante el milagro cinematográfico de hacernos mirar la vida a través de su lente deformante.

El lugar al que viajan Catherine y Rabih es Bint El Jbeil, pueblo natal del actor, y allí asistimos a una de las escenas más sobrecogedoras cuando busca la casa de su abuela en calles fantasmales que no son más que un montón de piedras, escombros que son sistemáticamente llevados a orillas del mar, molidos para reducirlos a pequeños pedazos, y depositados en una masa informe. Más allá de lo que suscitan ambos actores y su vínculo, la película ofrece una visión del Líbano tras la última guerra propia del género documental. No esconde los accidentes e imprevistos que suceden durante el rodaje, todos ellos consecuencia del miedo, la desconfianza, o la pura inseguridad de un territorio con parcelas sembradas de minas anti-persona, fronteras visibles e invisibles, y ruinas impúdicas de los bombardeos. El final, sin embargo, ofrece un contrapunto de esperanza subrayado por una canción rotundamente vitalista del grupo libanés Scrambled Eggs: Beirut se precipita en la noche, resurge el vértigo de una urbe que vive el instante, el horror queda atrás como esos halos de luz que rasgan la oscuridad en la última secuencia. Let it go, let it go...


Quiero ver, quiero que el mundo sea un misterio a perseguir.

12 de junio de 2009

Poeria de estrelas

Días comunes, veloces, desapasionados.

Anoche, a través del smoke de Madrid, se veían algunas estrellas. Recordé que siguen allí, esperando.

Yo también espero, acecho el momento de devorar otro tajo de vida.

Pero estos días soy la bestia en letargo, ensimismada en la lenta erosión del tiempo, envuelta en polvo de estrellas.

8 de junio de 2009

Still Walking


Hirokazu Kore-Eda nos regaló hace pocos años una obra maestra llamada Nadie Sabe. En ella exploraba el horror del abandono de tres hermanos por parte de una madre egoísta, incapaz de amar a sus hijos. En medio de la desolación, la miseria creciente, los niños encuentran sus espacios de magia al tiempo que las circunstancias les obligan a madurar rápido, demasiado rápido. En esa película basada en una noticia que conmocionó a Japón, el director y guionista planteaba unos hechos extraordinarios, al límite incluso de lo verosímil, pero lograba despertar sentimientos comunes, íntimos, vividos en todas nuestras adolescencias. Se acaba de estrenar en España Still Walking, un film que por el contrario está tejido con retazos de lo cotidiano y que logra un impacto emocional aún mayor que su predecesora en nuestra cartelera.

Still Walking nos cuenta un día en la vida de los Yokoyama. No es un día cualquiera, el anciano matrimonio ha reunido a sus dos hijos, Ryota y Chinami, y sus respectivas familias para conmemorar juntos el aniversario de la muerte del primogénito sucedida hace quince años. La primera escena, compuesta de planos fijos como la mayoria en la película, nos presenta la preparación de unos rábanos y zanahorias para la tempura. La madre enseña los trucos de la receta a Chinami, da la impresión de que tienen todo el tiempo del mundo, de que algo así debe tomar todo el tiempo necesario para que quede bien. Ese ritmo, esa percepción de que esta historia está contada en el tiempo preciso, se mantiene hasta el final. Además el film está salpicado de breves interludios poéticos, narraciones sin palabras que ejercen de bisagra entre unas secuencias y otras. En suma, Hirokazu Kore-Eda esculpe como verdadero artesano de su oficio un monumento cinematográfico de primer orden con escasos parangones en el panorama internacional.


Resulta difícil creer que tantos temas puedan ser tratados en una misma película con idéntica hondura, con armonía, con la sensación de que nos los cuentan todo por primera vez (¿no es ése uno de los milagros del séptimo arte?). Así, en una catarata emocional viscosa, moviéndose lenta pero inexorablemente, aparece la obligada lejanía de un hijo respecto a sus padres, la decepción de unos padres por el destino de sus hijos, las ausencias presentes, las presencias ausentes, el vacío ante el umbral de la muerte, el rencor, la envidia, e incluso la amargura de saber que todo eso es inevitable. Qué maestría la de Hirokazu Kore-Eda para destilar estos sentimientos universales en diálogos punzantes o imágenes angustiosas como ésa en la que la anciana trata de cazar una mariposa amarilla en la que cree ver a su hijo muerto. Todo funciona en Still Walking, en palabras del propio director un auténtico ajuste de cuentas con sus propios padres. Sin venganza, pero sin falsa compasión. Y no seré yo quien matice nada al respecto: es así como se percibe.

Mientras la veía no pude dejar de pensar que parecía una película europea, francesa probablemente. Creo que Hirokazu Kore-Eda bebe mucho más de fuentes occidentales que orientales. Sí, Ozu está presente en esos planos fijos de estancias con personajes perturbados por terremotos interiores, pero no están menos presentes Resnais, Mike Leigh, o incluso Víctor Erice. Tal vez por ese parentesco narrativo con formas que nos son más reconocibles, Still Walking podría considerarse el homólogo cinematográfico de alguna de las novelas de mi venerado Kazuo Ishiguro, hijo de padres japoneses emigrados al Reino Unido, impregnado de la cultura occidental y, por tanto, capaz de acercarnos como nadie al drama de esa generación que creció en el Japón de la posguerra y tuvo que asfixiar su orgullo patrio en favor de una superación de todos los traumas que acarreó la derrota.


Caminar y caminar. No hay más remedio.

7 de junio de 2009

La historia de las cosas (III)


El impacto del hombre en el planeta, y de cómo pensar en un nuevo modelo de producción, distribución, y consumo sostenible.

6 de junio de 2009

La historia de las cosas (II)


O de cómo funciona la ingeniería de ventas, el lavado de cerebro en masa, este capitalismo que se derrumba en definitiva.

5 de junio de 2009

La historia de las cosas (I)



Primera entrega de un vídeo que considero de visión obligada. Ha logrado agitar del todo algo que ya se removía dentro de mí. Uno no se reprograma de un día para otro, pero ya estoy empezando a hacer o no hacer ciertas cosas, pues al fin y al cabo todo lo que no se manifiesta en acciones es estéril. Les agradezco a Fernando y Tatiana que lo compartieran conmigo, como venimos compartiendo últimamente tantas ideas, tiempo, cariño en definitiva.

La web del "proyecto" es www.storyofstuff.com.

4 de junio de 2009

Matanza de Tiananmen


Veinte años. Mi generación está marcada por varias imágenes, una de ellas muestra a un joven frente a una hilera de tanques dispuestos a aplastarle. Dos mil personas según Cruz Roja pudieron morir en aquella masacre de la que, aun hoy en día, casi nadie en China sabe nada y pocos quieren saber. La versión oficial del gobierno es que los militares se defendieron de los ataques de la muchedumbre. La realidad es que dos mil jóvenes en su mayoría fueron asesinados por órdenes de ese gobierno. Defendían la China en la que creían, con la única violencia de sus cuerpos aglutinados en la plaza de Tiananmen.

El año pasado China sorprendió al mundo con sus Juegos Olímpicos. Me pregunto si, antes de regalar al gobierno chino semejante arma publicitaria, Occidente no debería haber exigido a cambio justicia para los muertos. Un reconocimiento de la verdad, una indemnización a las familias, un acto de repulsa en honor a aquellos jóvenes que pagaron con su sangre el precio de reclamar más democracia.

En la Historia del mundo hay millones de muertos inocentes. Desde la carne de cañón mandada a los campos de todas las batallas por los reyes, emperadores y generales que aprendimos en el colegio, a todos esos niños de piel oscura y rasgos exóticos que perecen cada día por decisión nuestra, porque así lo queremos, porque nuestro nivel de vida ha de elevarse sobre la muerte al otro lado del muro invisible que, muy higiénicamente, nos separa. Hace veinte años, otros dos mil nombres se añadieron a la lista en China, bajo el mandato del mismo partido que hoy gobierna, en la plaza de Tiananmen.

2 de junio de 2009

La importancia de llamarse Europa

Es sorprendente que los sondeos para las elecciones europeas del próximo día 7 arrojen unas previsiones de participación en torno al 40%, al menos un 30% por debajo de la habitual en elecciones generales, autonómicas, y municipales. O bueno, tal vez no lo sea tanto si tenemos en cuenta lo mal que la clase política transmite a la ciudadanía que hoy, más que nunca, el parlamento europeo es un foro de debate y decisión de gran importancia para nuestro día a día.

La campaña del PSOE, simplista pero muy efectiva, consiste en mostrar opuestos (p.e.: 48 horas vs. 65 horas) apelando además a la victoria de la selección de fútbol en la pasada Eurocopa con el lema "Este partido se juega en Europa". Es una pena que esas magníficas ideas publicitarias sirvan más a su interés electoral que para generar una verdadera consciencia ciudadana de lo que se pone en juego el próximo domingo. Además, el PSOE, con la crisis del neoliberalismo sobre nuestros hombros, es incapaz de proponer un modelo de sistema más en sintonía con dos de sus siglas: la "S" de Socialista y la "O" de Obrero.

El PP, como de costumbre, presenta una campaña carca y basada en el supuesto tirón popular de ese baluarte del Medioevo en pleno siglo XXI llamado Jaime Mayor Oreja. Poco más que decir del partido que de haber gobernado en España en estos últimos cinco años me habría condenado, por mi doble condición de gay y trabajador, a condiciones de vida peores y, en algún caso, indeseables.

Y luego, aparte de la constelación de candidaturas nacionalistas y minoritarias (no todas ellas respetables, por cierto), está IU. Me parece que carecen del presupuesto para hacer llegar sus propuestas a la gente vía propaganda electoral, que queramos o no juega un papel nada despreciable en el voto que finalmente depositan o no en la urna los votantes que podrían simpatizar con esta formación. ¿Nadie se acuerda de los treinta escaños que llegó a obtener en el parlamento español bajo el liderazgo de Julio Anguita? El potencial está ahí. IU puede lograr, dependiendo del equilibrio europeo de fuerzas tras estas elecciones, que ciertas directivas nunca prosperen y otras vean la luz en favor de la clase trabajadora, aumentando sus derechos, poder adquisitivo, dignidad en suma.

Votaré este domingo, sí, sin una pinza en la nariz y con la ilusión de que en estas elecciones a circunscripción única Izquierda Unida logre esos dos diputados que le auguran algunas encuestas, sumándose así a sus homólogos del resto del continente para despolarizar un parlamento que necesita auténticas voces críticas con el modelo económico y social imperante, el cuál no solo genera ahora una crisis en Occidente, sino algo mucho más doloroso, repugnante, y por desgracia invisible a los ojos del europeíto medio: hambre y muerte perpetuas en el Tercer Mundo.

1 de junio de 2009

Desorden

DISORDER

I've been waiting for a guide to come and take me by the hand
Could these sensations make me feel the pleasures of a normal man
New sensations barely interest me for another day
I've got the spirit, lose the feeling, take the shock away

It's getting faster, moving faster now, it's getting out of hand
On the tenth floor, down the backstairs into no man's land
Lights are flashing, cars are crashing, getting frequent now
I've got the spirit, lose the feeling, let it out somehow

What means to you, what means to me, and we will meet again
I'm watching you, I watch it all, I take no pity from your friends
Who is right and who can tell and who gives a damn right now
Until the spirit, new sensation takes hold, then you know
I've got the spirit, but lose the feeling
Feeling

DESORDEN

He estado esperando que viniera un guía y me tomara de la mano
Si estas emociones me hicieran sentir los placeres de un hombre normal
Las nuevas sensaciones me dejan de interesar al día siguiente
Tengo el espíritu, pierdo el sentimiento, no me golpea el shock

Se acelera, se mueve más rápido ahora, se me está yendo de las manos
En la planta décima, me precipito escaleras abajo en tierra de nadie
Las luces refulgen, los coches chocan, con más frecuencia ahora
Tengo el espíritu, pierdo el sentimiento, lo dejo ir de alguna manera

Qué significa para ti, qué significa para mí, y nos encontraremos de nuevo
Te estoy viendo, lo veo todo, tus amigos no logran que me des pena
Quién está en lo cierto, quién puede saberlo y a quién coño le importa ahora
Hasta el espíritu, nuevas sensaciones nos arrebatan, y ya sabes
Tengo el espíritu, pero pierdo el sentimiento
Sentimiento