31 de enero de 2015

Vivir, narrar

Este blog siempre ha vivido en la tensión entre la narración y la vida. Es difícil encontrar un hueco en la sucesión de los días, con sus pequeñas y no tan pequeñas cosas, para contarlas. La clave está en que, precisamente, contarlas resulte tan excitante como experimentarlas. Y en este momento –sobrio, cerca de la medianoche, solo– sí me apetece narrar algunas que de no ser contadas correrían el riesgo de quedar olvidadas. Eso, por desgracia, significaría algo demasiado cercano a no haberlas vividas en absoluto.

Hay un violinista que me cruzo todos los días entre semana de camino al trabajo. Usa una base pregrabada, es atractivo, veintitantos. Me llamó la atención la primera vez, hace meses ya, porque tocaba el tema central de "Juego de Tronos". Parece del Este, tiene ese rostro de rasgos eslavos y esa forma de vestir algo anacrónica. Si alguien pasa por la estación de metro de Alonso Martínez, en el camino hacia la salida desde el abismo de la línea 10 o viceversa, lo encontrará en la hora punta matinal. Tengo la idea recurrente de pararme un día, escuchar un tema entero, echarle una moneda y tal vez entablar una breve conversación con él. Lo contaré aquí si me atrevo.

Algo que me gusta de mi lugar de trabajo es la tercera planta; tras uno de sus ventanales se divisa un paisaje. Es un paisaje de periferia, con edificios de oficina en primer término y más allá un horizonte semihabitado. No es la primera vez que realizo una serie de fotos a diversas horas del día con un mismo encuadre, lo hice sin ir más lejos en mi anterior trabajo, pero esta me gusta más, Lo que me parece interesante de un proyecto así reflejar los cambios de luz, de tiempo, de estación. La tercera planta no es la mía, me gusta escapar en momentos puntuales del día, subir deprisa las escaleras sin que nadie me vea y sentirme ajeno ahí arriba. Pego mi móvil contra el ventanal y saco una foto que, quien me vea, no creo que acabase de entender. A no ser que me haya visto hacerlo más de una vez, claro. En ese caso, puede que haya intuido que precisamente esa repetición es la que da sentido a todo.


Una noche conocí a Michi Pantera. Estaba con el amigo de unos amigos, ellos se habían marchado ya a casa y él y yo consideramos que el domingo noche no tenía por qué haber llegado a su fin y buscamos un bar abierto por Lavapiés a estas horas justamente, pasadas ya las doce. Camareros agradables, buena cerveza, buena conversación. Y de la nada, con una mezcla de aprensión y desenvoltura, se nos puso a hablar un chico bastante inconexo en su discurso, pero del que poco a poco se podía hilvanar un relato. Familia bien, venía con un colocón considerable y desde el primer momento nos echó el cebo de que tenía marihuana que quería compartir con nosotros. Era licenciado en Periodismo y Comunicación por la CEU, renegaba de sus privilegios y al decirle que éramos informáticos nos convertimos de inmediato en hackers antisistema para él. A mí me apodó "Anonfucker" y el otro chico se hizo llamar "Zerocool". Nos narró una historia hipnótica de una conexión intensa y peligrosa que tuvo hace años con una compañera de clase que tenía un novio mayor, ni tan guapo ni tan arrebatador como él (esto lo añado yo), con la que practicaba pequeños sacrificios cuando tenían sexo. También supimos de un viaje por Italia que hizo con ella en el que no durmió durante 72 horas que culminaron en un alucinado baile en una discoteca ibicenca. Sí, acabamos los tres compartiendo un porro de su marihuana, una muy terrible que le habría vendido cualquier africano un rato antes. Allí se despidió de nosotros, cobijados de la lluvia en una entrada de garaje, y entonces fue cuando nos dijo su nombe, entre lo real y lo artístico: Michi Pantera. Le deseo suerte en Londres, parte la semana que viene en principio por dos meses con su novia. Ella pagará todo, él buscará "movidas".

Me han pasado más cosas, pequeñas y no tanto. Seguiré narrando. Soy más consciente de lo necesario que es contar mis historias, detestaría haber olvidado dentro de un tiempo los pedacitos de mi vida contenidos en este post. No dejan de conformar quién soy, qué soy, aquí y ahora.