26 de mayo de 2009

Cosas necesarias

A lleva varios años escribiendo en su blog. Durante este tiempo ha adquirido un papel más y más importante, al punto de que hoy es un monstruo que amenaza incluso sus relaciones humanas. Sí, la mayoría de sus lectores disfruta con sus textos, las canciones que postea, las críticas de las películas que le gustan. Y claro que A se siente halagado, agradece esa lectura habitualmente silenciosa, admite que el blog es una de sus adicciones más intensas. Pero ha llegado un momento en que parece que A es el narrador y no el hacedor de su vida. Por ejemplo, B y C, quienes por ahora marcan las emociones de A a pesar de todas las diferencias entre ambas historias, asumen que cuanto dice en su blog es verdad y a veces han reaccionado contra posts que, desde aquel primero de abril de 2005, no son más que derivas poéticas de los recuerdos, las ensoñaciones, el día a día de A. Y no son los únicos con quienes ha tenido problemas por culpa de su blog. Cierto: A es el mayor responsable, ha llegado demasiado lejos sin que nadie le obligara. Poco a poco, los límites se borraron y su blog ya es casi un diario íntimo del que todos tienen la llave, de modo que hay personas como D, E, o incluso F, que, aunque perdieron hace tiempo el contacto con A, le han seguido leyendo en secreto seguros de que el blog reflejaría su vida con un alto grado de fidelidad. Y así ha sido, para qué negarlo.

A siente que debe detener esa máquina centrífuga sentimental. Está cansado, muchas fuerzas tiran de él y necesita liberarse de tanta tensión. Seguirá publicando sus críticas de cine en otro medio, seguirá escribiendo en su ordenador, seguirá descubriendo nuevas músicas, nuevos libros, nuevos amantes. Y seguirá, por supuesto, compartiendo su intimidad con quien lo desee. Quiere, como ya dijo Marguerite Yourcenar en Fuegos, que la vida le enseñe el verdadero sentido de las metáforas de los poetas. Entre tanto, su blog será esa isla salvaje desde la que parte camino a nuevos horizontes aún, y más que nunca, desconocidos.

Si algún día A necesita acostar en un regazo familiar o un naufragio le empuja sin remedio, volverá. Si no, quedan más de cuatro años de memoria virtual.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Haz más tu vida, desintoxicate de esa adicción de escribir tan a diario, tan cada poco, pero no dejes de escribir...

Perraburu dijo...

Si se me permite opinar, una muy buena decisión. El futuro llega, el presente se hace pasado. Todo es evolución. Yo echaré de menos este rincón que de vez en cuando me devolvía a la tierra. Buena singladura por tus nuevas orillas recuperadas.