26 de diciembre de 2005

El sueño en la arena

Tenías ocho años y nunca le habías dado una patada a una pelota, ni a nada. Eras delicado y ellos lo sabían, fue inevitable que acabaras de defensa en el mejor de los dos equipos para que ni tan sólo esporádicamente recayera en ti la última responsabilidad de un portero. No me detendré en lo que me suscita la evocación de tus pantalones cortos o tu pelo despeinado, sino en el dibujo que hiciste con un pie en la arena: un abanico desplegado, una concha de mar, un arco de anillo de Saturno... quién sabe qué desvió tu atención del terreno de juego a tu huella, qué te hizo arrodillarte y deslizar tu índice sobre el abanico, la concha o el anillo, tumbarte a ras del dibujo y perderte en una nueva ensoñación hasta convertirla en sueño, con el aire empujado por el abanico ondeando en tu rostro, el murmullo de olas encerrado en la concha meciéndote, tu mente de niño volando libre en el espacio hasta posarse en un anillo de Saturno y quedarse allí, lejos de ese campo de recreo donde tus compañeros siguieron jugando sin siquiera despertarte.

1 comentario:

León Sierra dijo...

el sueño del olvido que, mágico, le ha transformado en otro... al abrir los ojos, veintitantos años después...