4 de diciembre de 2005

Contra el olvido

Me he despertado y he recordado aquella carta, más concretamente una frase que entonces descargó su fuerza sobre mí, tan inclinado siempre a la fuga, porque entonces, cariño, quería huir contigo y sólo contigo, transitar caminos que tú y yo convertiríamos en nuevos, como descorrer cortinas en amaneceres nevados o escaparnos al nacer la noche en busca de luciérnagas, evocar todo aquello me hipnotiza, pero la urgencia por recobrar esa frase ha podido arrancarme de la cama, de ese mundo, el nuestro, que una vez más revisitaba, y me he lanzado sobre el escritorio y pronto los cajones han derramado su memoria por el suelo: fotos, cuadernos, objetos mínimos, postales, cartas... la que buscaba ha aparecido cuando daba por perdido el recuerdo, pero tu sobre azul ha asomado su esquina debajo de un envoltorio de hamburguesa, aquellas que degustábamos con secreta maldad antes de pasar la tarde en uno de esos cafés donde nos creíamos bohemios, y al extraer el papel mis ojos han devorado el contenido, y entre todas esas palabras que intentaban poner nombre a lo que entendíamos por intuición y amor, he encontrado las que me habían arrastrado a ese instante: ¿Quién soy yo para que me hayas elegido en tu deriva?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quienes somos quienes nos enfrentamos a la vida con una pistola cargada en nuestras sienes, con el efecto perfecto de demostrar la inutilidad del instante si no nos es dado.