12 de abril de 2009

Últimamente...


... veo al niño, y a la niña. Veo lo que aún late en vosotros, y solo puedo amaros. Tal vez por eso me amáis a mí también, quién sabe. Y es así como nos amamos por un segundo (el roce de unos labios), una noche (el calor de dos cuerpos que se confunden), o a veces un tiempo que marca una vida (el espejismo de dos miradas a un mismo horizonte). Incluso me está ocurriendo con mis padres: fijarme mejor en sus rostros, sus inflexiones de voz, sus ilusiones perdidas, supervivientes, recobradas. He descubierto que solo fueron dos niños que se tomaron de la mano y echaron a caminar juntos, y esos niños me criaron lo mejor que pudieron, a fuerza de amor bruto, y a ellos es a quienes más les debo mis valores, mis inseguridades, el amor bruto con el que os puedo derribar.


Ayer fue un paseo por la sierra con una de esas personas que han conservado intacto, milagrosamente intacto, a su niño. Una propuesta tentadora, imprevista, suya. Una tarde que tuvo su apogeo al pie de una carretera sinuosa entre nieve recién caída. Me he dado cuenta de que en estos días necesito un abrazo, y a veces lo deseo con locura y no me atrevo a pedirlo, o a darlo simplemente, por miedo a quebrar lo ya de por sí frágil de cualquier contacto humano. Con Francisco, ayer, al pie de la carretera, no hubo duda ni temor. Tan solo un abrazo, rodeados de la nieve que no tardaría en quedar atrás.


4 comentarios:

fernando mejia dijo...

solo tienes que pedirlo: un abrazo grande grande (y doble)

Anónimo dijo...

Me gustó lo de doble, me alegra doblemente :-P

kailing dijo...

Amén ;)

Perraburu dijo...

Siempre hay personas más indicadas para abrazarnos. A mí no me gusta que me abracen, quizá sea lo poco que me queda de niño (ese "yo puedo solo"), pero me encanta abrazar. Pero no es lo bueno que debe quedar de niño... al menos eso me temo. En fin, divago, sólo quería ofrecerte un abrazo, sabes que de verdad.