Cuando llegas por la noche
el muelle está tenso,
lleva todo el día estirándose,
y un qué tal
o un beso al vuelo
no lo relajará;
le hace falta tu voz,
tus consonantes suaves,
el tacto de tu piel.
Así, poco a poco
el muelle cede,
se ciñe a tus contornos.
Nos acerca,
somos su rumor metálico.
2 comentarios:
joder, muy original y muy bonito
Qué bueno, me ha gustado la comparación de la tensión y el estrés diario con un muelle estirado. Muy bonito.
Besos!
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