30 de marzo de 2006

La rabia

Tenía ocho años. Jugaba a gol-portero con mi hermano y mi padre en el Jardín de Invierno, mi rincón favorito del Parque Grande de Zaragoza. Al ir corriendo con el balón, me choqué con un chico de mi mismo curso que siempre se metía conmigo en el colegio sin motivo. Entonces él me empujó, o me tiró del pelo, algo hizo que me provocó una rabia feroz. ¿Fue la reiteración, la excitación del ejercicio físico, la necesidad de demostrarle a mi padre que no era un cobarde? Sólo sé que me abalancé sobre él y le cogí del cuello amenazándole con que ésa era la última vez. Y así fue. Me sentí extraño. Fuera de mí, otro. Más fuerte.

Yo era un niño pacífico, nunca me metía con nadie injustificadamente. De hecho, odiaba a quienes lo hacían. Quizá por eso resultaba un blanco fácil, evidente. Era empollón, gafotas, amanerado (no lo sabía, pero ocasionalmente no faltó quien me dedicara el peor insulto)... De todas formas, creo que logré pasar suficientemente desapercibido para no desarrollar trauma alguno. Casi siempre supe esquivar el peligro.

La rabia, ésa que de niños sentimos, vuelve de adultos. Y resulta que no es menos intensa, en absoluto. Además, es más difícil de canalizar. A mi edad, uno ya he aprendido a no agarrar a la gente del cuello, a no estallar en gritos. Y la rabia refrenada es más nociva. Hoy he recordado, al mismo tiempo que ese lance infantil, la noche en que un chico que me gustaba mucho pero que no me correspondía, me besó fugazmente en los labios para despedirse de mí. Yo me iba ya a casa, él a la Ohm con otro amigo. Recuerdo haber recorrido la Gran vía en lágrimas, maldiciéndole a él, maldiciéndome a mí por exponerme a una situación así.

Los mecanismos de daño son más sutiles ahora. Quizás por ello son más efectivos. La inteligencia se une a la experiencia. Y, al menos yo, sigo siendo igual de vulnerable.

Definitivamente, la furia, la frustración, las ganas de poner a los cabrones en su sitio, no cesan.

4 comentarios:

DeCa dijo...

la rabia redirigida es una infinita fuente de energía para ganar la batalla definitivamente: sin violencia. La razón les humillará. Espera sentado tranquilo a ver pasar el cadaver de tu enemigo: es el mejor refran...

Anónimo dijo...

La rabia es a veces difícil de manejar... Besar sabiendo que puede hacer daño es humano, y también difícil de manejar a veces. Yo he estado en los dos lados, y no sabría decir cuál es más difícil. Uno duele más, otro es mucho más ingrato. La vida es imperfecta, ¿no?

León Sierra dijo...

:-)


bueno, nunca está de más... son mecanismos para sentirse vivo, son semáforos del alma.

Anónimo dijo...

Besame, besame mucho...