30 de diciembre de 2005

Antonio

Hoy quiero hablar del soñador, del niño
que tan fijamente miraba todo,
Antonio le pusieron por cariño
a un Santo glorificado en el No-Do.

Aprendió que el afluente del Miño
era el Sil, pero nunca hubo modo
de que Antonio supiera hacer un guiño
ni recordara un solo rey godo.

Aunque hubiera sabido de pequeño
lo que cuesta ser mayor, perseguir
los deseos que me nacen del alma,

sé que no habría cambiado ni un sueño
de aquellos que debía reprimir:
prefiero la tempestad a la calma.

1 comentario:

León Sierra dijo...

el humor, ese animal agridulce...