10 de diciembre de 2005

Sinaia

Hojas secas flotan en el suelo llevadas por el viento. Mi soledad buscada. El silencio de pasos, voces, trinos de pájaros y el viento... ¿no lo oyes? Un sitio cualquiera, si quieres siempre el mismo, pero siempre distinto. Hoy queda un día menos para la hora de mi muerte. Querré que estés a mi lado para decirme que tanta tristeza, amor, alegría, ilusión, llanto y demás sentimientos que se perderán, merecieron un poquito de eternidad. ¿Por qué aquí? ¿Qué caminos habré dejado atrás y adónde me llevarán los que he tomado hoy? Seguro que ahora estás en otro lugar, y yo podría estar allí. ¿No enloquecería si llevase ese leve pensamiento más lejos? ¿Cuántas veces te habré rechazado sin quererlo? ¿Por qué lo hice? Quizás por elegir una calle cualquiera y no otra en cualquiera de las ciudades o por pararme a mirar un escaparate mientras tú no te detenías para conocerme y amarnos hasta que el hastío...

Llueve en la estación, un enorme bosque llena la ventana de mis ojos inundándola de verde. Pocas cosas son tas bellas como una tormenta en una estación en la que probablemente solo estaré una vez en mi vida.

Ésta.

                                                                      25 de julio del 97

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Muchos estabamos en esa estación mientras caía la lluvia; para la mayoría las gotas no fueron sino agua que resbalaba por las ventanillas del tren, para algunos son parte de nuestra vida y culpables de que seamos lo que somos. Delante de nuestros sentidos esta todo, cada segundo decidimos miles de veces tomar una cosa y rechazar otras muchas, y asi decidimos lo que somos, acertamos y nos equivocamos sin ninguna posibilidad de volver atrás

Anónimo dijo...

Gracias, ulibka.