2 de junio de 2006

Reflexión/inflexión

¿Quién ignora que en cada ataque o crítica a alguien hay un componente de necesidad, de dependencia de quien atacamos o criticamos? Aunque sólo sea por mera negación, lo precisamos para definirnos. Esto, por supuesto, me lo aplico tanto a mí como a quien me tiene como objeto de su sátira, su frustración, su rabia por tener que autoafirmarse continuamente en este mundo donde ser individuo sin más cuesta muchísimo, donde la libertad se gana luchando.

No soy cristiano, carezco de fe. No obro por código moral sino ético, personal. Pero creedme aquellos que no me queréis bien: os entiendo, trato de hacerlo cada día tal y como trato de entenderme a mí mismo. Creo que lo logro en buena medida. Y os juzgo, claro que sí, al igual que me juzgáis a mí, al igual que juzgamos el amanecer o el sabor de los besos del amado, al igual que nos juzgamos en vano en cada uno de nuestros actos. Porque quien diga que no se juzga a sí mismo, miente. O, peor aún, avanza ignorante y ciego.

Y ahora, avancemos. La poesía, la vida, nos espera.

2 comentarios:

Naxo dijo...

Creo que tienes razón: siempre que criticamos o juzgamos a algo o alguien le otorgamos una importancia en nuestra vida, y en muchas ocasiones las críticas se originan por pura envidia, por frustración...
Por cierto, bonitas canciones.m Gracias por el mail!
A ver si hablamos! Pasa buen finde,
Nacho

Anónimo dijo...

Yo quisiera no juzgar, o al menos que el juicio no sea final. no quisiera creerme mi juicio, ni dejar sitio al prejuicio. Quisiera que mi juicio, de ser, fuera tímido, temeroso y benévolo, siempre precavido, como afirmando que es más lo que que ignoro que lo que conozco de aquel que juzgo y que en el fondo, allí donde no hay ni color de piel, ni pasaporte -sólo yo, quizá Él- tambien estas tú.