1 de junio de 2006

Confesión

Suele golpearme el recuerdo de tu ramo de rosas, tus veinte hermosos años gritando de amor, estallando como aquella primavera en el Midwest, como lo nuestro, y es que lo habías guardado en el maletero para que no lo viera y sólo me lo entregaste al final, en esa esquina a una manzana de mi casa donde siempre nos despedíamos, un poco reblandecido ya, pálido, como si todo el brillo de sus pétalos hubiese flotado hasta tus ojos, tus ojos limpios, azul puro, que irradiaban todo lo que sentías por mí y que yo no supe, no pude corresponder hasta que, ya lejos la primavera, volví a mi país y comencé a echarte de menos.

Nunca te dije que tuve que tirar aquel ramo, Little John, en un cubo de basura de aquella manzana que separaba mis dos vidas. No podía hacerle más daño a quien me esperaba al otro lado.

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