24 de enero de 2006

Espacio-tiempo

Lo frágil del espacio-tiempo, intuir que el muchacho del metro, ese que hablaba con sus compañeras del examen de biología que tenían hoy por la mañana, me habría enamorado a los dieciocho, mientras que ahora mi atracción por su ingenuidad, su belleza descuidada, se reduce a la certeza de que ya es tarde. Sus ojos se han detenido en los míos, acaso como yo los habría detenido a los dieciocho en un chico mayor, de esos que ya trabajan, con experiencia en el amor, uno de esos que habría despertado mi morbo si yo hubiera sabido a los dieciocho, pero sólo para fantasear durante un segundo y luego seguir pensando en el chico que me tuviera enamorado, un chico como el del metro de hoy, de mi edad... como yo.

Otras veces lo improbable ocurre, y el espacio-tiempo colapsa en un encuentro entre dos seres destinados a amarse, explotar aferrados de la mano y crear un universo de los dos. Me ha ocurrido hace poco, y el big bang todavía me tiene aturdido. Deseo que, a imagen del Cosmos expandiéndose sin cesar, nuestro universo de amor no deje nunca de crear espacios en el vacío, agujeros negros del deseo, nuevas galaxias con vida efervescente en su interior y cometas que, fugaces, nos perforen con su fuego.

A ti, mi amor, no te pude conocer a los dieciocho. Ni el espacio ni el tiempo nos eran favorables. Casi mejor... no habría sido capaz de siquiera intuir lo extraordinario que eres.

Hagamos del aquí cada lugar, y del ahora nuestra historia.

1 comentario:

Vulcano Lover dijo...

Si has visto la devastadora 2046, en su desmedida y caníbal pasión, recordarás que en mitad de ese río desbocado del desamor, de los sentimientos desencontrados de los personajes, él dice algo así como "eras la persona, pero no era el momento".Como me comentaba hoy Neverland en mi post, acerca del mundo propio que cobran (en sombras y realidades) los amores pasados, los amores no logrados, los amores frustrados, los amores imposibles, los amores futuros... Todos ellos nos hablan y nos conforman, desde la sombra. Y quien hace que alguien llegue y se quede, y te habite y te ame y le ames, con la fuerza que nace de la vida en su virginidad, es esa frágil condición del "momento adecuado". Lo que no pudo ser, lo que no será, lo que ni siquiera sabemos que no pudo ser... todo ello, por fuerza nos condiciona, pero la limitada linealidad de nuestra existencia nos obliga a agarrarnos a los momentos y los amores que sentimos ahora a los que nos abren cimas de infinitud, de fertilidad prodigiosa. Entonces, hacemos que el volcán entre en erupción.
Me alegro mucho de lo que sientes, De Laclos. Estos momentos de la vida se marcan con especial intensidad en el recuerdo del futuro. ¡Aprovéchalos! Besos y lava de mis palabras para ti.