7 de octubre de 2005

Recuerdos improbables (I)

Recuerdo aquella noche, el viento, el frío. Volvíamos a casa, no lo habíamos pasado mal con toda esa gente, aunque lo mejor había sido estar contigo. Caminábamos tiritando, riéndonos a carcajadas de cualquier tontería. Sólo a veces nuestros abrigos se rozaban sin querer, tal vez nuestros guantes... Alguien tenía que coger un taxi, pero ninguno era el primero. También, a veces, nos mirábamos sin detener la mirada. Hasta que tropecé con aquella valla. Tú me agarraste y, no sé por qué, no me preguntes por qué te abracé y hundí mi cabeza en la curva de tu cuello, por qué rocé mi mejilla contra tu mejilla y absorbí tu aroma, por qué tomé tu cabeza entre mis manos y te dije: “Sabes que te quiero”.

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