6 de septiembre de 2006

Antes fue
deseo sin palabras,
la certeza de una falta
revelada en tristeza,
desgana,
demasiados paseos al atardecer.

Luego,
tras una breve
-pero firme-
ceguera,
te amé.

Ahora
hacemos planes,
nos reímos de nosotros,
nuestra adolescencia postergada,
a las dos de la mañana.

Es que te miro hablar
y... ¿para qué decirlo de otra forma?

Te amo.

No hay comentarios: