30 de mayo de 2006

Ráfaga

Me acerco al balcón entreabierto, ventana de ciudad, brochazos de magenta en el cielo de la tarde, una sirena remota se apaga, un televisor, dos, suenan desde algún lugar del patio, una mujer plancha en su terraza, el viento sopla contra los toldos, levanta pedacitos de plástico revoloteando, bandadas de pájaros recorren el cielo y se pierden tras los tejados, el rumor del tráfico se agolpa desde la distancia en un recoveco de mis oídos, como el resto de sonidos mientras la luz se difumina de forma casi imperceptible, casi, y es que me basta anular todo de mí salvo los sentidos para que esas señales de vida me hablen en libertad, como tú tras mi espalda haciendo pequeños ruidos mientras recoges nuestras últimas pertenencias del apartamento que hoy dejamos porque iniciamos otra vida, y digo yo que un día habrá otros ojos, otros oídos que en otro momento, en otro lugar, nos sientan vivir, y si me dejo llevar en este momento y no otro, en este presente que se revela fractal, intenso y pasajero, me da por quitarme la camiseta y lanzártela a la cara, y te miro exigiéndote que te acerques y me tomes de la cintura, que no te importe que la mujer de la terraza finja que sigue planchando mientras nos deshacemos del resto de la ropa y caemos al suelo justo en el lugar en el que hasta hace nada estuvo nuestra cama, la cama donde empezamos a amarnos, a arrancar nuestra verdad de la piel y las entrañas, y en esa desnudez salvaje me penetras y juego a ser todos los que pasaron por esa cama, los chicos que amaste por una noche o una eternidad, no me cuesta ser otros porque yo también era otro, incluso tú juegas a ser el que eras antes de conocerme porque nada es lo mismo desde aquella noche de agosto, y en el fondo me gusta que la mujer nos mire sin decirle nada al hombre que se intuye tras las cortinas, no quiero esperar a ningún azaroso futuro, quiero evadirme en placer, en lo múltiple y lo único, en pupilas deslumbradas por el brillo del ahora, me gusta que haya un testigo de esta ráfaga de vida que ya, en este instante flotante, se disipa en lluvia y suspiro.

2 comentarios:

León Sierra dijo...

me inquieta la mujer esta, que tras de los cristales, y en presencia del marido, lo vio "en privado"...

Anónimo dijo...

antes leia un solo blog... hoy leo dos... d-es-cribes, me gusta tu letra