
El logro de Ignacio me ha animado a escribir un poema del que, a semejanza de su martillo, es el objeto del que no podría prescindir, mi más querido:
Mi guitarra...
el eco vibra en su piel,
tenso su vello de plata
a fuerza de acordes,
canciones soñadas
que la magia destiló
de mi vida, de mi tiempo.
Tal vez,
si es que te gusta,
si mis palabras te llegan,
te cante con mi guitarra.
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