17 de octubre de 2005

Recuerdos improbables (V)

No creo que me recuerdes, yo era el chico que siempre estaba en la puerta cuando salías de tu clase de violín, te había descubierto un día, tan sólo paseaba por el barrio una tarde de otoño y te había visto salir con una compañera tuya, me fijé en ti y me dije en aquel instante que tenía que recordar tu rostro para reconocerte la próxima vez, porque habría una próxima vez, pero tú nunca, nunca me miraste durante aquellos meses en que yo te vi salir de clase, aquellos meses en que la luz fue cambiando, en que nos crecía el pelo, mudábamos de ropa... pero siempre en el mismo lugar, a la misma hora, y a veces salías más alegre que otras, tu sonrisa adueñándose de un rostro tal vez demasiado grave, demasiado hermoso, y fue poco a poco, hilando retazos de conversaciones escuchadas a medias, que supe tu nombre, Carlos, supe tu edad, dónde vivías... te seguí en más de una ocasión, lo admito, reproduje tus pasos hacia el metro, tu recorrido hasta el final de la línea, tu breve camino a casa, incluso a veces cruzaba de acera y me quedaba un rato frente al edificio deseando verte a través de alguna ventana, quizás desnudándote ajeno a mi mirada... tampoco aquello sucedió nunca, y un día, no sé por qué, me quedé en tu portal un buen rato, qué esperaba, qué quería descubrir, no lo sé, sólo recuerdo una escena, un hombre que llega, su mirada clavada en mí tal vez sugiriendo algo, llamando indeciso a un piso, preguntando por Marcos y tu voz respondiendo: "Sí, sube".

No hay comentarios: