11 de diciembre de 2014

Mr. Blue

Hay algo que debería haber contado cuando retomé este blog hace más de una semana ya: si estoy aquí, ha sido por @eurocero. No es simplista afirmar que, sin nuestras recientes charlas virtuales y que dieron (inexplicablemente) lugar al intercambio de direcciones de nuestros blogs abandonados, yo no estaría escribiendo de nuevo en el mío. El suyo está enlazado en la columna de la izquierda, tal vez un día esos seis años sin vida den lugar a algo nuevo, tal vez no, pero en todo caso a mí me afectó profundamente revivir a través de su mirada aquel tiempo, una mirada con la que nunca me crucé por aquel entonces y que ahora, en retrospectiva, me hacía percibir distintos matices de aquella realidad: otros espacios, otras experiencias que puedo entender a la perfección, pero que no fueron las mías y que me provocaban la misma o más curiosidad que si estuvieran aconteciendo hoy.

Esa fue la clave: la vividez. Y todo por un formato, el blog personal, que ha quedado en desuso y que, sin embargo, tenía la perfección de la falta de límites, de la escasa relevancia de otra cosa que no fuera la expresión necesaria. Su blog era discreto, como lo es él. Había que ser paciente, leerlo con la calma que ahora hemos perdido, para ir destilando la imagen de quien lo escribía y que definía una persona sensible, que dejaba fuera más de lo que permitía entrar, con un gusto musical exquisito. No había florituras, solo una prosa correcta y fiel a la realidad que describía. La realidad de lo cotidiano, nada de sueños, solo lo que (le) sucedía. Pero jamás banal, jamás superficial, ni siquiera frívolo (o si lo era, siempre con inteligencia). Fue así que, leyéndole, me di cuenta de que este era el momento de superar las últimas generaciones de redes sociales y volver a las esencias. Si se me permite: Fuck it all. Y aquí estoy.

He sumado una gran persona a mi vida. En el reino de lo real, Juan ha confirmado la imagen que me había formado y eso es lo mejor que puedo decir de él. Tenía referencias que lo dibujaban como alguien distante, callado, estúpido incluso. No me amedranté, la de veces que lo parezco yo... Y no puedo alegrarme más de que, ya que no nos encontramos en el loco Madrid de finales de los cerentas (sobre todo porque para mí no fue un Madrid tan loco), en aquella "época dorada" del blog justamente, nos hayamos encontrado ahora. Como reza mi lema vital: siempre llego tarde a todo. Lo de "pero llego" o "pero tarde" ya depende de la ocasión y el estado de ánimo.

Y acabo con Bunbury porque nos hemos prometido cantarlo (imitándolo, no hay otra forma) un día de estos. Y Morrissey, por supuesto que también Morrissey. Pero es que con Bunbury me pasa como con este blog: viaja conmigo, lo he tratado de ocultar porque es un placer culpable, pero ahí continúa para permitirme reencontrarme conmigo mismo cuando me reencuentro con él. Como los mejores placeres.

Desde hoy no temas nada, no hace falta ya, todo se fue con el huracán. Nada queda de las vueltas que el tiempo nos dio, todo se fue con el huracán.

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