10 de diciembre de 2014

Almas gemelas

Ayer me reencontré con un antiguo compañero de portugués del Instituto de Idiomas de la Universidad de Zaragoza. Se llama Sergio, es médico anestesista y vive en nuestra ciudad de origen (que él, al contrario que yo, nunca ha dejado de considerar su ciudad) tras haber ejercido unos años en Barcelona. No le veía desde junio de 1999, que el lector haga las cuentas.

¿Él era el mismo? ¿Buscaba yo algo en esa certeza? La verdad es que era el mismo, sin matices. Conserva esa ingenuidad y esa integridad que ya quisiera para mí. Es de ese tipo de personas en quienes podrías confiar tu boleto de lotería recién premiado. Y así creo contestar a ambas preguntas.

Es un gran hablador, lo cual me ahorró tener que dar detalles de ciertos trechos de mi vida. Supe qué le había llevado exactamente de aquella despedida de primero de portugués a esta cafetería VIPS de metro Bilbao donde me contaba su vida y me invitó a comer. El resumen es que se ha casado con una mujer maravillosa, con carácter, brasileña, a la que conoció por Internet y que es, en sus propias palabras, "su alma gemela". Le pregunté por qué, y efectivamente fue desgranando las razones que cualquiera de nosotros daríamos para explicar tal afirmación. Él era feliz soltero, de los que no se aburría ni un minuto ni se sentía incompleto como persona, pero con ella es aún más feliz. Todo lo comparten, en todo están de acuerdo, se adoran.

Sí, Sergio, te envidié. Tú me ves como un tipo interesante, creativo, libre. Sin embargo, quien es feliz eres tú. Yo lo he sido, sé lo que es, no hace tanto que lo he vivido. Ahora no, y ya sabemos que ninguna felicidad dura, pero ayer, al despedirte en la estación de autobuses, de camino al metro me sentí alguien que sigue intentando llegar al lugar que tú ya habitas.



Madrid me pareció un lugar donde se busca demasiado.

No hay comentarios: