3 de diciembre de 2014

El poso

Pese a algunos avatares (equipaje extraviado, intento de cambio de planes arriesgado por mi parte y el nerviosismo de Ruth por una cita médica que tenía después), el poso del reencuentro con Donna es de paz, paz interior y paz con eso que llamamos "el mundo" y que yo asimilo a la simple presencia de los demás en nuestras vidas.

No diré eso de que parecía que no había pasado el tiempo porque si había pasado. Y precisamente el hecho de que hubiera pasado le dio a nuestras conversaciones ese peso que llevamos con nosotros. Nuestras decisiones, las buenas y las malas. Nuestros éxitos y nuestros fracasos. Nuestra incapacidad para transformar experiencia en sabiduría.

Columbus ha cambiado mucho, nos contó. Ruth y yo hemos cambiado también, le contamos. Y sin embargo, ella nos dijo que aún nos reconoce en aquellos dos niños de 24 años que aterrizaron en aquella ciudad de EEUU en nuestro primer gran paso hacia el futuro. No es el que soñábamos, probablemente porque soñábamos demasiado, pero vio en nosotros a los niños, y eso fue suficiente para infundirnos esperanza todavía.

Que la vida te trate bien como hasta ahora y estés ahí muchos años para iluminarnos, lo mereces, Donna.

No hay comentarios: