Desde abril de 2005, con cambios de nombre, con etapas de intensa publicación y otras de silencio que nunca ha sido definitivo. Pensamientos, música, cine, literatura... Un blog, lo que solían ser los blogs personales. Ante todo, un espacio de expresión.
31 de agosto de 2006
No es mirar la taza, acercarse y tomar su asa entre los dedos: hay algo más... en ese metro y medio, en ese par de segundos, retornas a uno de los paraísos perdidos cuyo recuerdo vuelve en medio de cualquier otra cosa, inadvertido, y se queda mientras sorbes el café, miras por la ventana, otro día para completar el ciclo de los días, ya sea semana, mes o año, pero el recuerdo no sabe de calendarios, y cada vez que vuelve eres quien fuiste cuando vivías en ese paraíso que, bien pensado, no murió del todo, porque aquí y ahora has vuelto a aquella cena al aire libre en una de las plazas del Madrid nocturno, el lugar sin mañana, y es que todo nacía y moría en el acto de pensarlo, desearlo o incluso hacerlo, como ese beso que le diste por sorpresa, sus ojos asustados pero brillando de vértigo, y soñaste que le amabas, lo soñaste, y ese amor era presente, sólo presente, sin memoria ni horizonte, como sólo al nacer es el amor, y si el café se enfría es porque no quieres perder de nuevo el sentimiento aquel que lo desencadenó todo, el paraíso que a fuerza de vivir en él se fue desgastando en el tiempo por venir, y los años son segundos mientras afuera el sol se levanta poco a poco deslizando su sombra sobre la fachada de enfrente, y te prometes que hoy vas a tratar de entender qué hicisteis mal, donde se quebró el misterio, pero de pronto, tal y como brotó, se cierra la flor del recuerdo, y otra nueva brota en tu piel de la caricia que, también por sorpresa, como aquel beso que casi sin lugar ni tiempo se coló entre tu gesto y la taza de café, tu nuevo amor te regala en la mañana, en este nuevo día en el ciclo de los días.
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