27 de agosto de 2006

Monólogo IV

Es lo que tiene aficionarse a la tele, que una luego no puede dormir pensando en lo que ha visto. No, no me refiero a la Pantoja (qué también podría ser), sino a Redes, y es que va el Punset (mira que soy fan de este cruce entre Yoda y Joaquín Luqui) y la toma con la materia oscura, oye, porque cómo es que la materia visible no es suficiente para aglutinar las galaxias, a ver, pues tendrá que haber más materia -llamémosla oscura por eso del misterio- que esté por ahí y no se vea, y yo que me trago con devoción los reportajes, entrevistas y elucubraciones del Punset ya tengo insomnio para rato, porque me trato de dormir pero de pronto empiezo a pensar en mi teoría del universo, son las ventajas del pensamiento, libre como un puñadito de materia oscura que se desliza en la inmensidad intergaláctica (o intragaláctica), porque a ver si no podría ser que, por ejemplo, el cosmos fuera como una rueda, y hay que imaginar dos puntitos de materia uno más cerca y otro más lejos del centro, ¿vale?, y la rueda se pone a girar y a la vez se hace más y más grande, como si alguien la estirara, bueno, pues entonces en la superficie de rueda más nueva se van creando partículas de materia, y a través del eje escapa la antimateria, que como todo espectador de Redes sabe, existir existe, pero no en estas tres dimensiones, así que la rueda gira y gira, y el universo (aquí se pone denso el asunto) es como una rueda pero tridimensional, expandiéndose el espacio mientras que la materia va como loca por ahí durante 15000 millones de años, que mira que da tiempo para que ocurran cosas, de hecho aquí estoy yo muerta de sueño pensando en el universo, preguntándome qué pasa con los agujeros negros, digo yo que la rueda se la tragarían o la deformarían o algo así... no sé, esto me supera, así que cuando me empieza a doler la cabeza me pongo a imaginar que mi cama vuela, como en El Mago de Oz, y que acabo saliendo de la atmósfera y floto en el espacio, tapada con mi manta y todo porque hace un frío que no veas, y contemplo las estrellas, los planetas, los cometas, los asteroides... todo, la Vía Láctea y mucho más, pero entonces mira por donde, ante mis mismísimos ojos perdidos en el horizonte, me encuentro con un trocito de materia que no luce ni nada, tímida, opaca, un poco arrugada la pobre, y yo la tomo en mi mano y le doy calor, la caliento con mi vaho, y cuando se ha templado un poco le pregunto en voz baja: ¿de dónde vienes, pequeña?

Pero no contesta, y yo, con un poquito de pena que tampoco podría explicar, cierro los ojos y me prometo que esta noche soñaré la respuesta...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esperamos la respuesta pues has contado maravillosamente. Ojalá esa "pequeňa" reviviera a tu vaho...