1 de agosto de 2006

Los Puentes de Madison

Es fácil imaginaros,
leo vuestra postal
y una luz pálida
delinea lentamente vuestras siluetas:
estáis en la cocina,
allí donde Meryl Streep
–la mujer dormida
que sueña por vez primera–
se enamora de Clint Eastwood,
el cazador de la vida,
el hombre que escapó tras la lluvia.

Pero quiero volver a vosotros,
vuestro silencio,
esa pausa en la batalla,
la imparable quiebra,
la certeza:
se os acaba el tiempo…
aunque antes del final
nacerá un recuerdo,
el escenario de la película,
vuestra película,
dará luz a un momento:
os lanzáis enamorados
–fotograma de un deseo–
a los brazos del otro.

Luego
(¿quién habrá arqueado una ceja,
dado un paso,
dicho algo?)
os marcháis.

He pegado a la pared
vuestra postal;
por delante
Los Puentes de Madison,
por detrás
ficción de felicidad.

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