22 de mayo de 2006

A través de una lupa

Es todavía una niña, tendrá unos doce años. Su rostro es demasiado serio, ojeroso, como si descansara mal o tuviera alguna preocupación. Sin embargo, parece compartir una tierna intimidad con su madre, que le acompaña siempre en el metro durante su viaje de cada mañana de casa al colegio. O quizás trabaje cerca, no lo sé. Lo que más me llama la atención es la mirada de la niña. Literalmente, parece analizar con minuciosidad ciéntifica a todos los pasajeros que nos encontramos a su alcance. Más de una vez, nuestros ojos se han encontrado, últimamente en un gesto de mínimo –pero evidente– reconocimiento. De alguna forma, creo que nos transmitimos una cierta simpatía, como si quisiéramos pero no nos atreviéramos a decir: soy de los tuyos.

Pequeños sucesos así, me reconcilian con la obligación diaria de usar ese medio de transporte tan proclive al agobio o al hastío. Más que un libro o mi reproductor de música. Más que la soledad de mis pensamientos.

No hay comentarios: