31 de mayo de 2006

Sinceridad

Intentar soplar una pompa de jabón como aquéllas que nacían de tubitos rosa o verde fosforito, ser la pompa que engorda, se suelta y vuela, recuperar brevemente (todo resulta ya breve a estas alturas) esa sensación de tiempo que se extiende, o tal vez sería mejor decir que se concentra en un instante dichoso y sin límites, y es que hay momentos, tú me entiendes, a ti te pasa que hay momentos en que eres feliz y te gustaría que esos momentos no acabasen nunca, que el sol y la tierra se detuvieran en ese lugar exacto pero que la brisa siguiese soplando, que la pompa del sueño, el presente o la ilusión, pudiese engordar, soltarse y volar, y tú fueras el niño que soplaba y soplaba pringando todo de jabón y sueños, de presente y de ilusión, no me niegues que toda felicidad te remite al tiempo en que entrabas a una papelería y pedías un tubito rosa, tal vez verde fosforito, y no te sonrojabas ni reías nerviosamente.

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