2 de diciembre de 2014

Reencuentro

Hoy, 2 de diciembre de 2014, vuelvo a ver a Donna tras más de 13 años. También hoy vuelvo a escribir en este blog que ha cambiado de aspecto y de nombre varias veces desde aquel 1 de abril de 2005 en que escribí mi primera entrada.

A estas alturas, mantener un blog tiene bastante de romántico y, por tanto, de anacrónico. Quién me iba a decir que podría publicar entradas desde mi móvil (como en este momento) o que todos acabaríamos condensando nuestras expresiones a menos de 140 caracteres. Ya Facebook dejó herido de muerte a los blogs personales, pero Twitter fue quien los remató. Y no, no soy tan osado como para borrarme Facebook o Twitter, esto es 2014, casi 2015, y sería un suicidio social que no deseo, pero si he sentido la necesidad de volver a este entrañable formato para oxigenarme de esas redes donde el ansia de repercusión fagocita la expresión, la condena a ser ingeniosa, llamativa, robándole lo más importante: la libertad.

Donna es la madre de Paul, un muchacho de 17 años que está pensando en alistarse a la Marina de EEUU y al que yo vi por última vez cuando tenía 4 añitos. Todo empezó cuando Donna vio un anuncio de los que debí de poner por la universidad (Ohio State University) ofreciéndome como profesor particular de español. Todavía recuerdo cuando me llamó y tardé un buen rato y muchos "I'm sorry, could you repeat that again?" en entender que las clases que quería eran para su hijo Paul de 2 años de edad. Por supuesto, como Donna estaba presente siempre que quedábamos, acabábamos hablando ella y yo de la vida y mis torpes intentos de jugar en castellano con Paul fueron siendo más escasos. Creo que todos salimos ganando.

Hoy me he pedido fiesta para poder pasar la tarde con Donna. A las 16:30 me espera en el recibidor del hotel donde se aloja antes de regresar mañana a Columbus. Ruth se nos unirá, confiamos, en algún momento. Otro día hablaré de Ruth, mi siempre presente Ruth. Antes, por la mañana, tengo que (en este orden) desayunar, quitar la ropa del tendedero que ocupa la bañera, ducharme, recortarme la barbita obligada en estos tiempos, salir a hacer una cosa relacionada con el cumpleaños de Alberto (hablé y hablaré de mi adorado Alberto, no cuento esa "cosa" por si lee esto), fregar los cacharros que desbordan el fregadero y recibir a otra Ruth (de aquí en adelante "Ruth, mi directora") para dejar terminado de una vez el texto de "El Amor Son Los Otros', imprimir su copia y la de los actores y, cierro círculo, coger el metro camino del hotel.

Acabo esta primera entrada de esta nueva etapa -hay que decirlo para que se cumpla- con un retrato de Raymond Carver, mi escritor de relatos favorito con permiso de mi recientemente descubierta Alice Munro y autor de "Principiantes", versión no editada por Gordon Lish de "De Qué Hablamos Cuando Hablamos De Amor", en cuya historia se basa mi obra, la que Ruth, mi directora, pondrá en escena próximamente.

No hay comentarios: