15 de abril de 2006

Playa de los Peligros

La carretera recorre el muelle
y yo camino,
y todo esto
sucede mientras camino,
sucede que llegan coches
y aparcan el en el arcén
y yo sigo caminando
y veo todo, lo veo...
veo una mujer con perro
un poco triste;
bandadas de adolescentes
cargando bolsas del súper,
van a beber junto al mar,
van a reír,
quieren reír,
tal vez hacer el amor en la arena;
veo un matrimonio serio,
escuchan juntos la radio,
los partidos de la liga,
y pelan con navaja sus manzanas,
es lo que queda del picnic,
un picnic más,
y afuera se yergue inmóvil
una caña de pescar;
veo unos novios callados,
una pizza sobre el salpicadero
o lo que queda de ella,
veo el rostro de la chica
mientras él sale,
monta la caña
y la clava en la tierra,
y la pizza se enfría
y de las manzanas quedan
dos corazones desnudos,
y el perro ladra a lo lejos,
y el eco de la pandilla
se confunde con las olas,
y los peces ya no pican
pero ella intenta aprender,
lanza con fuerza el anzuelo
y él le dice así no,
y yo sigo caminando,
pienso que me gustaría
preguntarle a la mujer
la razón de su tristeza,
y probaría un trozo de pizza,
en el fondo, a mí me gusta fría,
y escucharía la liga
contemplando el horizonte
desde el asiento de atrás.

También hay hombres solos,
erguidos de pie, inmóviles
como cañas de pescar.

Aquí soy un hombre solo.

Muere el día
y siguen llegando coches,
el muelle acaba en la playa
llamada de los peligros.

Nunca he estado en Santander,
la próxima vez que venga
tú me traerás en coche
y aparcaremos aquí
justo al borde de la playa,
la playa de los peligros.

Brilla la noche
y sigo pensando en ti.

1 comentario:

León Sierra dijo...

un día,
el mar
-con lenguas de nata-
te acariciaba el pie
como yo
cuando amamos
pensando en el mar.