23 de abril de 2006

La culpa es de Dan Brown

Hoy ha sido una administrativa aferrada a su Código da Vinci. Me pregunto yo si no podría haberse contentado con el Diez Minutos. Pues no... Y aquí la tenemos a ELLA, bolso en mano (pesadísimo) abriéndose un espacio imposible en el rebaño humano concentrado en el primer vagón de la línea 5. Lectura oblicua de libro semiabierto in extremis que al fin y al cabo tal vez sea la mejor forma de leerlo, no enterándose de mucho. Total que yo, a punto de insultarla con toda propiedad, me veo emparedado entre un señor mayor que, siento decirlo, olía a descuido ancestral, y un jovencito gay-fashion cuyo penetrante perfume más que equilibrar el tufo lo potenciaba ad nauseam. Por si fuera poco, esa mano que todos hemos sentido en la entrepierna alguna vez en hora punta, se alargaba desde quién sabe qué cuerpo sin lograr –apenas– efecto alguno en mi anatomía. Así que, invocando a Sartre, a Camus y al rabiosamente contemporáneo Houellebecq, hago un esfuerzo supremo de abstracción e imagino a la administrativa culpable del desastre en lencería negra de encaje, a cuatro patas sobre una cama de sábanas rojas, siendo brutalmente sodomizada por un hombre del que solo visualizo su musculada espalda y unas botas de cuero hasta la rodilla, y es entonces que la mano me toca más, me toca… y hay algo extraño en ese contacto, algo que no siento a menudo y que me estremece, pero de pronto, en una ráfaga que a cuchillo divide el mar, las puertas del vagón se abren, y la mano, el señor atufante, el gay-fashion y la administrativa con el Código a cuestas, salen despedidos al andén y se alejan con el viento. Yo, una vez más, quedo varado en la arena. Tal vez, si este tren no acaba en vía muerta, vuelva a subir la marea y otro viaje –¿cuántos ya?– recomience.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

pues si que ha cambiado el metro de Madrid...

DeCa dijo...

:)

Deje de ir en metro y ahora practico el 27. Recomendable, si no sueltas las bolsas/mochilas para que no te roben.

Del codigo, en un ataque furibundo de una lectora que me estaba rajando la piel con sus hojas, le dije que los documentos que se buscaban estaban finalmente en Madrid. (Mentira piadosa tocapelotas)

Tu post no habla de un viaje en metro. Siempre sube la marea, por mucho que baje. UN abrazo.