27 de septiembre de 2009

Sí: soy egoísta. Harto de que me acusen otros, incluso quien menos motivos tendría para hacerlo, me encargo yo. Es liberador proclamarme un esclavo de mis necesidades, de mi sensibilidad, de mi inteligencia para huir de situaciones que me anulan. No acepto el chantaje, la irresponsabilidad, la deformación hiriente de la realidad.

Soy egoísta, lo asumo y asumo las consecuencias de mi desconsideración hacia al dolor ajeno cuando mi propio dolor no fue considerado. Y no sólo soy egoísta, para nada. Tengo otros defectos irritantes, me complacería enunciarlos pero me persuadí hace tiempo de que la brevedad es una virtud necesaria en los posts.

Sí, hoy alcanzo la verdadera libertad. La reconciliación con mi ego olvidado.


3 comentarios:

Mr. H3rv45 dijo...

Comparto el sentimiento... tal vez te interese echar un vistazo.

http://triplesentido.blogspot.com/2009/09/escepticismo.html

Para, creo que voy a vomitar dijo...

Tenemos que aceptarnos, tenemos que conocernos. Cada uno es lo que es.

Enhorabuena por tu verdadera libertad. Eso cómo y dónde se consigue?

Anónimo dijo...

Tienes razón, es intrínsecamente imposible conseguirla y además en cada momento de nuestra vida la libertad es algo distinto. Pero hay que preservarla, no perderla, conquistar nuevos territorios si podemos...