8 de septiembre de 2009

Pequeños grandes logros

A B. le daba clase en la cocina. A ratos me asomaba a la terraza y allí estaban tendidas sus camisetas, su ropa interior como esos calcetines tobilleros con los que anda por casa para no ensuciarse las plantas de los pies. Ha aprobado todo, y las mates con sobresaliente. Me alegré mucho ayer al saberlo, chicos como él lo merecen.

Con L. he tenido una relación sin término medio. Días insoportables y días de calma y confianza. Ha sacado muy buena nota en la asignatura que yo le daba, y la otra seguro que la aprueba este año. Está madurando, es emocionante ver cómo deja de ser poco a poco una niña.

No me apasiona en absoluto la enseñanza, al menos no en este contexto. Pero cuando los resultados sonríen y un alumno con problemas pasa al curso siguiente, cuando su esfuerzo da frutos, me siento orgulloso de ser parte de su logro.

Lo mejor es la relación que nace. Conectar, ganar su confianza. Que me sonrían, sonreírles.

Sus afectos y desafectos son puros. En eso me identifico con ellos. Absolutamente.

1 comentario:

Vulcano Lover dijo...

El estado puro, que nos arrebata...