16 de julio de 2009

La misma piedra

Es la primera vez en mucho tiempo (¿acaso diez años?) que ni el sexo, ni el amor, ni cualquier mezcla heterogénea de ambos, son mis emociones dominantes.

Hoy fue solo un simulacro. No fue más que eso: un simulacro inofensivo y breve. Resultó tan fácil fingir lo que no había... Ahora me pregunto si ha merecido la pena. Puede que sí, al menos ha afianzado esta conciencia.

El reto sigue ahí. No basta con ser libre, ante todo hace falta ser inteligente y sensible en la búsqueda y goce de todos los placeres. Claro que nunca se sabe hasta que son consumados. Ése es el problema de los placeres: que cuando nos decepcionan ya es demasiado tarde.

Es obvio que ese reto siempre seguirá ahí.

No hay comentarios: