7 de abril de 2005

Hablar por hablar, o escapismos

Sobrecogedora cotidianeidad. Ciertamente los mejores relatos no nacen de sucesos extraordinarios. Quizás es mero descuido, sentirse obligados a hablar por no parecer tímidos o descorteses, pero es en esos encuentros en el ascensor, en la oficina, en una cafetería, cuando lo más profundo se exhala inconscientemente.
- Ya es viernes...
En esta frase repetida hasta la saciedad, martilleante murmullo que acompaña como inofensiva coletilla a los saludos de rigor, intuyo una amargura, una angustia vital reprimida como en un acto reflejo, porque si asomara a la conciencia, si asomara, se abriría un abismo irresistible.

No hay comentarios: