1 de mayo de 2007

La Línea Recta

Cartel de La Línea Recta

Se llama Noelia, es todo lo que sabemos de ella. Su pasado, lo que piensa o siente, sus ilusiones si es que tiene alguna, es algo que el espectador debe completar por sí mismo. ¿Dónde está su familia? ¿Cómo ha llegado hasta la situación en que la encontramos? Lo desconocemos, tan sólo la acompañamos en ese presente que Noelia recorre en línea recta hacia la nada, y esa línea se cruza con otras líneas de vida casi todas igual de rectas, igual de solitarias.

¿Cómo es el día a día de un repartidor de publicidad? ¿Quiénes realizan ese trabajo? ¿Y quién pone gasolina en el turno de noche de una estación de servicio? ¿Cuánto tiempo soportaríamos ponernos en su piel? El devenir de Noelia nos ilumina sobre estas y otras cuestiones. Los rostros anónimos, transparentes tantas veces a nuestros ojos, son los que le importan a Jose María de Orbe, director y co-guionista de "La Línea Recta". No por casualidad, también fue el productor ejecutivo de esa joya del último cine español llamada "Las Horas Del Día" con la que comparte esa mirada -minuciosa hasta la naúsea- a la cotidianeidad alienada, sin esperanzas, de fantasmas urbanos como Noelia.

Planos fijos alternados con secuencias de cámara al hombro. Interiores en penumbra frente a exteriores en barriadas obreras de Barcelona. Noches en una cabina de metal, en un pub cualquiera, a la intemperie... El desarraigo y la desidia son la única constante en la vida de esta chica. Rosa, su compañera de piso, se preocupa de que conserve su empleo en la gasolinera. ¿Pero no será porque Noelia le debe un mes de alquiler? Lucas, un chico que trabaja en la empresa de reparto, le dedica su atención. ¿Tal vez sólo quiere acostarse con ella? El enfoque neutro de la trama, despojado de todo juicio, nos permite observar desde una posición inusualmente privilegiada los pequeños hechos a los que se enfrenta la protagonista sin palabras, sin respuestas, tan sólo tratando de pasar tan desapercibida como la contemplación que de ella nos ofrece el director.

Durará poco en cartel, tal vez este viernes desparezca de los Verdi en Madrid, pero creo que tardará mucho más tiempo en desaparecer de la memoria de quienes se atrevan a ver una película nada complaciente, en oposición a este cine español vacío y pretencioso (sin lograr sus pretensiones) en su mayoría. Es ésta una película política, necesaria. "La Línea Recta" no afirma nada, pero muestra todo. Las conclusiones, al menos en mi caso, se concretaron en un malestar orgánico que crece y crece hasta ese final tan intrascendente como el comienzo, como cada instante en la vida de Noelia. Intrascendente en el más triste y profundo de los sentidos.

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